viernes, 16 de diciembre de 2016

Hora de las cuentas – Reinaldo Gadea Pérez

Sirvió el diálogo? La respuesta va a depender de a quien le pregunte, porque ahora si es verdad que se atomizó el asunto. Por ahí decía un analista que le da mucha lástima Venezuela y sus ciudadanos, porque tienen el peor gobierno del mundo, pero acompañado de la oposición más incompetente del planeta.

Para un nutrido grupo de chavistas, los que gobiernan, el diálogo resultó exitosísimo, ya que tenían a Maduro contra las cuerdas, a punto de mate, y entre la oposición, los mediadores y los facilitadores le dieron el gran respiro, valga decir, no supieron rematar y dejaron un gentío con los crespos hechos.

Un número menor de oficialistas se sienten muy mal, porque continuará el gobierno y esto no lo arregla nadie, ni Mandrake y su equipo de economistas; lo que significa, a su leal saber y entender, que la posibilidad de ganar unas elecciones en el 2018, si es que se llega hasta allá, son muy remotas. Y no solo eso, sino que se perderá el legado del comandante eterno, pues ni él, gran líder, ni su patrocinador Fidel, estarán para defenderlo, así lo ven ellos.

En cuanto a la oposición, tampoco falta un arcoíris de opiniones entre buenas, intermedias y malas, pero pareciera ser que el desprestigio es cuantioso, porque más son los que denigran que los que aplauden.

Un primer grupo está feliz, porque en forma alguna quería el revocatorio, con un argumento muy poderoso. Gobernar dos años un país en la situación en que nos encontramos, totalmente desinstitucionalizado, con las arcas vacías, las deudas llenas y una profunda anarquía, es más difícil que nadar holgadamente en el mar muerto. Luego, el desdoro hubiese sido de marca mayor, y probablemente el chavismo le sacaría dividendos políticos. Si en seis años arreglar todo es imposible, en dos, ni pensarlo.

Otros partidarios de la oposición critican acremente a los de la Mesa de la Unidad que acudieron al diálogo, y coartaron cualquier posibilidad electoral inmediata, que es lo que clama la gente, según ellos. Afirman tener razón en el sentido de lo equivocados que estaban los que cacareaban esa solución. Los señalan casi como traidores a los venezolanos que buscan soluciones democráticas pero fuertes.

Sectores que no forman parte de la Mesa de la Unidad, aun siendo opositores están igualmente disgustados, pues se sentían indispensables para lograr cierto tipo de arreglos. La verdad es que era imposible convocarlos, porque no cabrían en el Poliedro.

Pero llegó la hora de la verdad, de que todos los participantes del diálogo nos dijesen sinceramente qué fue lo que consiguieron bueno para el país, que se supone es el que debe salir favorecido.

Pues bien, lo único que hicieron es no hacer nada, que es lo único que se puede hacer cuando no hay nada que hacer.

El gobierno ve como enemigo de guerra a la oposición y no tiene nada que entregarle distinto a muchas promesas de suspensión, que si paró la presión internacional, las marchas y zaperocos, los vocingleros protervos, el proceso político al Presidente, y, lo único efectivo, la renuncia de los tres diputados. Se acabaron sus ofertas, no hay más que dar. ¿Y qué hace el gobierno con eso?

De otra parte, los opositores que dialogan se justifican ante propios y extraños alegando haber cumplido sus promesas, no han recibido absolutamente nada a cambio. Presos políticos en libertad, cero; elecciones, ni se mencionan; legalizar la Asamblea judicialmente, tampoco, y en cuanto al canal humanitario, ofrecieron implementarlo. ¿Será cierto?

El vocero oficial, Dr. Rodríguez, dice que los opositores serán obligados a sentarse y punto. Eso ya no es diálogo, parece más bien una disputa.

EL UNIVERSAL / 16-12 2016

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