Miente Maduro todos los días, y en cadena nacional, cada vez que toca los álgidos temas que atormentan las vidas de los venezolanos, pero no asume su barranco
Los anales de la historia de los países civilizados del mundo no han conocido jamás, a lo largo de toda su historia, un gobierno en el cual la mentira y simulación se constituye en una política de Estado, como lo está practicando en Venezuela el régimen comunista y fascista de Nicolás Maduro.
En este régimen mienten todos. Miente Maduro todos los días, y en cadena nacional, cada vez que toca los álgidos temas que atormentan las vidas de los venezolanos, al ocultar su responsabilidad sobre las verdaderas razones de la catástrofe que han causado con las políticas revolucionarias, atribuyendo las culpas a la oposición democrática y a los EEUU, pero no asume su barranco. Miente con la estrategia de la guerra económica para poder justificar que la quiebra del país no la ha causado él por su manifiesta incapacidad para conducir los destinos de la nación.
Simula Maduro ser cristiano y católico, al igual que lo hacía su padre putativo, Chávez, cuando agarraba un crucifijo de utilería que le entregaban a la entrada del set del programa Aló Presidente para hacerle creer a los venezolanos, mayoritariamente católicos, que él también lo era. Lo que no sabe Maduro es que al declararse comunista está diciendo que es ateo, que no cree en nada porque el comunismo es materialista, no cree en lo divino y una de sus principales premisas es que la religión es el opio de los pueblos.
El 15 de enero del 2014, Nicolás Maduro mintió al decir que se mantendría durante todo el año 2014 el tipo de cambio de 6,30 bolívares por dólar con las siguientes palabras: “Venezuela tiene los recursos en divisas suficientes para mantener el dólar a 6,30 así como mecanismos complementarios para derrotar al llamado dólar paralelo”.
La gran mentira, pero bobalicona porque se le salía la baba, la metió el 2 de abril de 2013, aseguró que Chávez se le apareció en una pequeña capilla católica, en Barinas, en forma de "pajarito chiquitico" y lo bendijo antes de arrancar la campaña electoral posterior a su muerte.
“De repente entró un pajarito, chiquitico, y me dio tres vueltas acá arriba. Se paró en una viga de madera y empezó a silbar, un silbido bonito -dijo, y silbó para ejemplificarlo-. Me lo quedé viendo y también le silbé, pues, ‘si tú silbas, yo silbo’. Y silbé. El pajarito me vio raro, ¿no? Silbó un ratico, me dio una vuelta y se fue, y yo sentí el espíritu de él (Hugo Chávez)”. La revolución de Maduro es toda una mentira. Es un tiesto de recoger pupú.
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