Ya no es pena ajena lo que uno siente ante el espectáculo montado en Buenos Aires por la canciller de bolsillo. Ahora es vergüenza propia, es bochorno, al constatar el triste y deshonroso episodio protagonizado por la señora Rodríguez que ha convertido a Venezuela en el hazmerreír de la comunidad internacional.
Un canciller de un país, cualquiera que sea, no se enfrasca a discutir con un funcionario de seguridad de una cancillería extranjera para que lo deje entrar a ese ministerio para participar en una reunión a la cual no ha sido invitado. Los videos publicados en las redes sociales y en algunos de los pocos periódicos que todavía no han sucumbido al acoso o la censura muestran a esa señora, con una sonrisa fingida e hipócrita, implorándole al funcionario que la deje entrar, alegando su condición de ministro. El funcionario, cumpliendo instrucciones, con toda decencia y respeto, le responde y le insiste en que no puede entrar porque no está invitada. Aun así, aprovechando un descuido, logra “colarse” y penetra en el Palacio de San Martín, sede de la Cancillería argentina. Una vez dentro, acompañada de una persona, se dirigió al salón donde debió haberse efectuado la reunión de los cancilleres de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
¡Oh, sorpresa! El salón estaba vacío. Sobre la mesa, en los puestos correspondientes estaban colocadas las banderas de cada uno de los miembros fundadores de Mercosur. Faltaba, lógicamente, la de Venezuela que no tenía por qué estar allí.
Hasta aquí hemos presenciado un hilarante sainete. De pronto, el caso se convirtió en una auténtica tragicomedia con hechos deplorables y situaciones vergonzosas.
Como se aprecia en los videos, en ningún momento hubo violencia contra la señora Rodríguez. El gobierno argentino desplegó elementos antimotines porque ella llegó escoltada con una muchedumbre de simpatizantes chavistas transportados desde aquí o reclutados en Buenos Aires. El funcionario de seguridad de la Cancillería argentina, con gran paciencia y respeto, le dijo a la señora Rodríguez que no podía entrar porque no estaba invitada a la reunión de Mercosur, pero en un descuido logró filtrarse como cualquier malandro que se colea en un espectáculo para no pagar boleto. Una vez dentro del Palacio de San Martín se dirigió al sitio donde debían estar reunidos los cancilleres de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pero encontró el salón vacío. Al parecer los cancilleres decidieron mudarse a otro sitio o despacharon sus asuntos rápidamente para evitarse el mal rato de los insultos y diatribas acostumbrados de la señora Rodríguez. Pero como era de esperar, la canciller de bolsillo no tardó en lanzar su acostumbrada andanada de insultos y diatribas dirigidas no solamente a sus colegas de los países de Mercosur, sino a la Argentina como país y a su gobierno.
A pesar de que no hubo violencia ni maltrato, el ilegítimo inventó el cuento de que funcionarios argentinos de seguridad habían agredido a la “representante del pueblo de Bolívar”. Tamaña mentira en boca de un gobernante nunca se había visto. Hasta precisó que le habían causado una lesión en un brazo. Después de que penetró a la Cancillería argentina la señora Rodríguez no lucía el más mínimo daño en su integridad corporal. Sin embargo, después del invento del ilegítimo que fue transmitido por radio y televisión, la canciller de bolsillo apareció con un brazo en cabestrillo.
Este fue el remache crucial en la bochornosa y deshonrosa comedia montada por el ilegítimo y su cancillera en torno a la exclusión de nuestro país del bloque mercosurense por incumplimiento de las obligaciones contraídas en el protocolo de adhesión.
El tamaño de la escandalosa metida de pata de esa pareja se puede calcular con la reacción del canciller uruguayo. Uruguay había mantenido una actitud de defensa de la participación venezolana en el bloque a todo lo largo del embrollo creado por la señora Rodríguez, evidentemente obedeciendo instrucciones y con el apoyo del ilegítimo.
Luego del espectáculo protagonizado por la canciller de bolsillo en Buenos Aires el canciller uruguayo dijo: “Entrar a la fuerza en la Cancillería argentina me parece que es un acto grave desde el punto de vista diplomático bilateral entre Argentina y Venezuela”, y agregó que esto hace que la situación del gobierno venezolano en el bloque sea “compleja”.
El canciller Novoa ha dicho todo y ha hablado por toda la comunidad internacional que evidentemente siente vergüenza ajena ante el comportamiento de un gobierno que debería ser excluido de una vez por todas del concierto de las naciones.
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