Mañana lunes 14 Leopoldo López cumple mil días de prisión en la cárcel militar de Ramo Verde, purgando una condena injusta que lo dignifica como preso de conciencia y escarnece una administración de justicia podrida que embarra a nuestro país ante el mundo.
En una ejecución judicial que ha hecho fama universal por su ignominia, perpetrada por jueces y fiscales que no son administradores de justicia sino verdugos, reos de múltiples delitos y violadores sistemáticos de la Constitución, fue condenado por ilícitos imaginarios, sin pruebas, violando el principio constitucional de la defensa, en un proceso donde hasta el propio fiscal de la causa confesó tardíamente estar arrepentido de su fechoría y haber recibido órdenes de imputarlo aunque no existiera delito ni prueba alguna que lo incriminara. La ejecutora del proceso, activista política y militante del partido de gobierno, abogada sin ciencia ni ética de quien la sola mención de su nombre mancha el lodo, instrumento usado por el régimen para absolver corruptos y condenar inocentes, al cabo de sus disparos fue premiada como Defensora Pública Nacional en acto de supremo cinismo del régimen. Por asquerosidades como ésta, el tsj, cogollo del sistema judicial, es con todos los “méritos”, la institución pública más desprestigiada y repudiada del país.
El 10 de septiembre de 2015, encarcelado desde hacía meses, Leopoldo fue condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión, y aunque la malhadada sentencia no lo establece expresamente, sus carceleros militares le aplican de facto penas accesorias a capricho: el encierro aislado en una celda de máxima seguridad y dimensiones mínimas; privación de libros y elementos para escribir y comunicarse; supresión de luz eléctrica desde las 7 de la noche; regimentación caprichosa de las visitas de su madre, esposa, hijos y defensores; requisas de hasta 10 veces por día; decomiso de alimentos y medicinas provenientes del exterior; vejámenes y ofensas verbales y pare de contar. Es posible que la mención de estas iniquidades, cuyo recuento él no ha solicitado ni como favor ni como muestra de solidaridad, empeore su ya pésima situación de preso político. Pero sea éste un mensaje solidario que le enviamos desde afuera sus compañeros de la unidad a quien ha sido un testimonio invencible de dignidad y templanza.
Aun cuando Leopoldo ha sido el tratado con la peor saña, ahí están otros rehenes, compañeros con quienes guardamos compromiso de lucha, afecto y solidaridad: Antonio Ledezma y Manuel Rosales, con medida sustitutiva de arresto domiciliario; Daniel Ceballos, ruleteado entre cárceles políticas y comunes; los diputados Rosmit Mantilla (a quien se le niega intervención quirúrgica de emergencia), Renzo Prieto y Gilberto Sojo; Alejandro Zerpa (gravemente enfermo privado de todo tratamiento); Raúl Emilio Baduel y Alexander Tirado, por mencionar algunos de los 138 detenidos en las ergástulas del Sebin (Helicoide y Plaza Venezuela) y en cárceles para presos comunes como Tocuyito y San Juan de Los Morros.
El caso de los presos políticos, exiliados y el sistema de administración de justicia se halla entre los que hemos planteado como prioritarios en las mesas de trabajo para proceder al diálogo frente al gobierno, como le consta al grupo de mediadores. De su atención y solución, conjuntamente con los otros temas, dependerá la prosecución del evento.
Henry Ramos Allup
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