miércoles, 16 de noviembre de 2016

Campo de exterminio de Treblinka

Cartel de la estación ferroviaria en las cercanías del campo de Treblinka.
Treblinka fue un campo de exterminio construido por los nazis, cerca de la aldea polaca de Treblinka al noroeste de la Polonia ocupada por los alemanes, como parte de la Solución final, el aniquilamiento sistemático de judíos y otros grupos.

Estuvo funcionando desde julio de 1942 hasta noviembre de 1943 durante la Segunda Guerra Mundial. En total unas 780 000 personas fueron asesinadas en Treblinka, la gran mayoría judíos polacos, entre ellos unos 265 000 procedentes de la liquidación del gueto de Varsovia.

Contenido

Características
Historia
Testimonio y Descripción del campo por Franz Suchomel
Regla de la contusión
Cámaras de gas y hornos
Testimonio de Jankiel Wiernik
Posguerra
Referencias
Bibliografía



Características
Monumento conmemorativo en el lugar donde se ubicaba el campo de exterminio. Cada piedra lleva el nombre de las poblaciones de donde procedía la población que fue exterminada.
Treblinka fue uno de los seis campos de exterminio que se incluyeron en el marco de la Operación Reinhard. Los otros cinco fueron Auschwitz-Birkenau, Belzec, Sobibor, Majdanek y Chelmno.

El campo de Chelmno fue construido originalmente como un proyecto piloto para los otros tres campos. La Operación Reinhard fue concebida por Heinrich Himmler (alto oficial del gobierno nazi y comandante de las Tropas de Seguridad--Schutzstaffel, mejor conocidas como las SS). A diferencia de otros campos de concentración, los campos de la Operación Reinhard informaban directamente a la oficina de Hitler (la Oficina de Cancillería del Reich) en Berlín. Hitler mantuvo el control del programa muy cercano a él pero delegó el trabajo a Himmler. La Operación Reinhard utilizó el programa de eutanasia (T-4) para la selección del lugar, construcción y entrenamiento del personal en territorios ocupados por la Wehrmacht, dado que no podían manejar los millones de judíos, especialmente de los guetos más grandes ubicados en Varsovia y Leópolis. Treblinka estaba especialmente diseñado para el rápido exterminio de judíos en los guetos. Sobibor estuvo listo para operar el 1 de agosto de 1942.

El campo estaba ubicado a 100 km al noreste de la capital de Polonia, Varsovia (6), a 500 m de la carretera Malkinia-Koskow y a cerca de 1,5 km de la estación de trenes de Treblinka (8). El campo estaba organizado en dos subdivisiones: Treblinka I y Treblinka II, construidos en 1941 y 1942, respectivamente.

Treblinka I contaba con una sección administrativa. También había barracas para las tropas de las SS, los guardias Ucranianos, el comandante del campo de barracas, una cocina, un almacén y barracones para los 1.000 prisioneros que eran utilizados en labores de intendencia del campo. Un camino a la izquierda de este campo conectaba con la carretera. La otra sección de Treblinka I era el área donde se recibía a los prisioneros.

Treblinka II se encontraba en una pequeña colina. Desde el primer campo había una ruta de subida delineada con barreras de alambre electrificadas – el embudo – que llevaba directamente adentro del edificio de las cámaras de gas. Detrás de este edificio existía una fosa de un metro de fondo por veinte metros de largo, dentro de la cual había hornos para quemar los cuerpos. Las vías estaban tendidas a lo largo de la fosa y los cuerpos de las víctimas gaseadas eran puestos en las vías para la incineración. También había una barraca para los 500 prisioneros que operaban el segundo campo.

Historia

Traviesas dejadas como símbolo de la vía de ferrocarril que comunicaba con el campo.

Treblinka estuvo listo el 22 de julio de 1942, cuando comenzó la deportación de judíos: “De acuerdo al informe de Jürgen Stroop, Brigadeführer de las SS", un total de aproximadamente 310.000 judíos fueron transportados en trenes de carga desde el gueto de Varsovia a Treblinka durante el período comprendido entre el 22 de julio de 1942 y el 3 de octubre de 1942”.

La línea ferroviaria llegaba hasta el interior de Treblinka. Había dos barracas próximas a las vías del tren que se empleaban para almacenar las pertenencias de los prisioneros. Una estaba camuflada para que pareciese una estación corriente. En otros dos edificios, situados a unos 100 metros de distancia, se guardaban las pertenencias de los prisioneros asesinados y se les cortaba el pelo a las mujeres.

A diferencia de otros campos de exterminio, como Auschwitz, en Treblinka no había barracones para alojar a los prisioneros, pues los judíos llegados al campo eran asesinados directamente. Debido a ello, ha sido difícil llevar el registro de las víctimas.

La esperanza de vida en Treblinka era de aproximadamente una hora y media.

Al llegar al campo, los prisioneros se encontraban en dos filas, separados según su sexo, los hombres a la derecha y mujeres a la izquierda. Los alemanes conducían a los judíos y golpeaban o mataban a quienes se resistían a obedecer, algo que, por otra parte, rara vez sucedía, pues la inmensa mayoría de los judíos ignoraban que se hallaban en un campo de exterminio.

Una vez asesinados en la cámara de gas, los prisioneros eran despojados de sus pertenencias. Previamente, un oficial había recaudado los objetos de mayor valor con el pretexto de ponerlos a salvo.

Durante la entrevista de Claude Lanzmann con el SS Unterscharführer Franz Suchomel [3], quien operaba en el campo, éste nos cuenta sobre los primeros días de Treblinka en agosto de 1942:

Cuando llegué, Treblinka estaba operando a toda su capacidad. El gueto de Varsovia estaba siendo vaciado para entonces. Tres trenes llegaron en dos días, cada uno con tres, cuatro, cinco mil personas a bordo, todas de Varsovia... Así que llegaron tres trenes, y desde que la ofensiva contra Stalingrado estaba en su apogeo, los convoyes de judíos eran dejados a un lado de la estación de tren. Lo que es más, los vagones eran franceses, hechos de acero. Así que mientras cinco mil judíos llegaban a Treblinka, tres mil morían en los vagones. Tenían las muñecas cortadas, o simplemente estaban muertos. De los que bajaban del tren, la mitad estaban muertos y la otra mitad locos. En los otros trenes que venían de Kielce y otras partes, al menos la mitad estaba muerta. Los apilábamos [en la rampa]. Miles de personas apiladas una encima de la otra en la rampa. Apiladas como madera. Además de esto, otros judíos, aún vivos, esperaban ahí durante dos días: las pequeñas cámaras de gas no podían dar abasto. Funcionaron día y noche durante aquel período.

El trabajo era llevado a cabo por cuadrillas especiales (“Sonderkommandos”) de prisioneros judíos. La cuadrilla azul era responsable de descargar el tren, cargar el equipaje y limpiar los vagones. La cuadrilla azul tenía la tarea de desvestir a los pasajeros y llevar sus ropas al área de almacenamiento. Los Goldjuden – judíos de oro – se encargaban de administrar el dinero, oro, acciones y joyas. Efectuaban una búsqueda minuciosa en los prisioneros antes de enviarlos a las cámaras de gas. La dentista abría las bocas de los muertos y sacaba el oro de los dientes. Uno de los oficiales de las SS más crueles y responsables de crímenes contra la humanidad en el campo de Treblinka fue el Untersturmführer Kurt Franz.

Testimonio y Descripción del campo por Franz Suchomel

Según los testimonios de Franz Suchomel en la película Shoah de Claude Lanzmann y de Franz Stangl, Treblinka, bajo el mando del Doctor Eberl era un completo desorden, Suchomel llegó a Treblinka, el 18 de agosto de 1942 con otros siete alemanes, viniendo de Berlín, haciendo escalas de Varsovia hacia Lublin, volviendo a Versovia y de ahí a Treblinka, el campo de exterminio funcionaba a toda marcha. Su primera impresión del campo fue catastrófica, sus superiores no les habían dicho que allí mataban a la gente y le encargaron vigilar talleres de sastres y zapateros, "El Führer ordenó acciones de transferencia" le dijeron, el oficial Otto Stadie, les enseño el campo, cuando pasaban Suchomel y los de su grupo, las puertas de las cámaras de gas se estaban abriendo y las personas cayeron, según Suchomel eso tuvo un efecto devastador en él, fue a sentarse sobre sus maletas con sus demás amigos de las SS y se pusieron a llorar.

Los alemanes escogían a cien judíos para arrastrar los cadáveres a las fosas, por la noche los ucranianos los llevaban a las cámaras de gas y los liquidaban, eso pasaba todos los días, en medio de un fuerte calor de agosto, la tierra ondulaba, como el mar a causa del gas de los cadáveres, muchos recién llegados de las SS vomitaron y lloraron.

Muchos judíos se cortaban las venas antes de llegar al campo, presintiendo su destino, había mujeres judías que les abrían las venas a sus hijos y luego se las abrían ellas, otras se envenenaban.

Una noche llegó Wirth, el inspector de campos de la acción Reinhard, lo inspeccionó todo y se marchó inmediatamente, luego llegó con gente de Belzec, eran técnicos, las autoridades interrumpieron el transporte debido al ineficiente ritmo de las primeras cámaras de gas, como caía tanta gente y al haber tantos muertos, los cuerpos se amontonaban alrededor de la cámara de gas y allá quedaban durante días, bajo esa montaña de cuerpos había una cloaca de diez centímetros con sangre, gusanos y excrementos, nadie quería recoger esos cadáveres, los judíos preferían dejarse fusilar, enterraban a sus parientes y veían con sus ojos la carne de los cadáveres que les quedaba en las manos. Entonces Wirth fue en persona con algunos alemanes y mandó cortar correas largas que pasaban por el torso de los cadáveres para arrastrarlos hasta las fosas. Alemanes y judíos fueron obligados a hacer esto.

Regla de la contusión

Existía una regla: si un prisionero había sido golpeado en la cara, le disparaban esa tarde al pasar lista, o a la mañana siguiente si es que la contusión aún no había aparecido antes. Muchos prisioneros, en su desesperación por las horribles muertes de sus familiares y ya sin deseos de vivir, se suicidaban colgándose en las barracas con sus cintos (Steiner 84). Normalmente, los 1500 trabajadores eran totalmente reemplazados cada tres a cinco días.

Cámaras de gas y hornos

Muy al comienzo, la gente era enterrada en fosas comunes o apilada en el campo II, debido a que los trabajadores no tenían tiempo suficiente para enterrarlos. El hedor de los cuerpos en descomposición se podía oler hasta a diez kilómetros de distancia (p. 54). Los judíos que esperaban en los vagones del tren sabían lo que sucedería y miles se suicidaban en los convoyes. En septiembre de 1942 se construyeron nuevas cámaras de gas, los motores que alimentaban las cámaras de la muerte se escuchaban a veces desde la estación y eran de un tanque T-34.

Las puertas de las cámaras de gas eran de acero, provenían de bunkeres soviéticos transportados a Kielce.

Herbert Floss, el encargado de las fosas comunes reveló su secreto para quemar cuerpos: la composición de la hoguera. Según explicó, no todos los cadáveres se quemaban de manera pareja. Había cadáveres buenos y malos, incombustibles y fácilmente inflamables. El arte consistía en usar los buenos para quemar los malos. Según sus investigaciones que obviamente estaban muy adelantadas, los cadáveres viejos ardían mejor que los frescos, gordos mejor que flacos, mujeres mejor que hombres, y niños, no tan bien como mujeres, pero mejor que hombres. De esto resultaba que cadáveres viejos de mujeres gordas eran los cadáveres ideales. Herbert Floss los hizo poner a un costado como así también a los de hombres y de niños. Después de haber sido desenterrados y clasificados casi 1.000 cadáveres, se procedió a apilarlos, colocándose el mejor material combustible abajo y el de menor calidad arriba. Floss rechazó los bidones de gasolina que se le ofrecieron y en su reemplazo hizo traer madera. Su acto debía ser perfecto. La leña se juntó debajo de la parrilla de la hoguera formando pequeños focos, cual fogatas. La hora de la verdad había llegado. Con solemnidad le entregaron una caja de fósforos; él se agachó, encendió el primer foco seguido de los otros y mientras la madera empezaba a quemarse paulatinamente, con su caminar tan extraño se acercó a los funcionarios que esperaban a cierta distancia.

Las llamas crecían más y más, lamiendo los cadáveres, vacilando primero pero después llameando con brío. De repente, toda la hoguera quedó envuelta en llamas que crecían expulsando nubes de humo. Se percibió un crepitar intenso, los rostros de los muertos se contraían dolorosamente y reventaba su carne. Un espectáculo infernal. Por un momento, hasta los hombres de las SS quedaron como petrificados, observando mudos el milagro. Herbert Floss estaba radiante. La hoguera echando llamas era la vivencia más hermosa de su vida...

Un acontecimiento tal debía festejarse. Se trajeron mesas que fueron colocadas frente a la hoguera y cargadas de botellas de aguardiente, cerveza y vino. El día llegaba a su ocaso y el cielo crepuscular parecía reflejar las altas llamas de la hoguera, allá en el horizonte, donde el sol se ponía con el esplendor de un incendio.

A una señal de Lalka sonaron lo corchos y empezó una fiesta fantástica. El primer brindis fue dedicado al Führer. Los operarios de las dragas habían regresado a sus máquinas. Cuando los hombres de las SS levantaron las copas a los gritos, las máquinas parecieron cobrar vida; con un movimiento abrupto levantaron el brazo de acero hacia el cielo en un repentino y vibrante saludo hitleriano. Fue como una señal. Diez veces levantaron también los hombres el brazo haciendo resonar cada vez el «Sieg-Heil». Las máquinas animadas respondían al saludo de los hombres-máquina y el aire retumbó de los vivas al Führer. La fiesta duró hasta que la hoguera se extinguió. Después de los brindis se cantó; se oyeron cantos salvajes y crueles, cantos llenos de odio, horripilantes, cantos en honor a la Alemania eterna. (Steiner, Treblinka, editorial Gerhard Stalling Verlag, 1966, p. 294 y sgtes.

Testimonio de Jankiel Wiernik

Los cadáveres se hacían embeber en gasolina. Esto causaba costos importantes y el resultado no era satisfactorio; los cadáveres masculinos sencillamente no querían cremarse. Siempre que aparecía un avión en el cielo, el trabajo se interrumpía y los cadáveres se cubrían con hojarasca para no ser detectados desde arriba. Era un espectáculo espantoso, el más horrible visto jamás por ojo humano. Cuando los cadáveres de mujeres encintas se quemaban, los vientres reventaban y era posible ver llamear a los embriones en el cuerpo materno...

Para amenizar la monotonía de las matanzas, los alemanes fundaron una orquesta judía en Treblinka... Esta cumplía una doble función: Por un lado, su música cubría en lo posible los gritos y gemidos de las personas arreadas a las cámaras de gas y, por el otro, servía como diversión musical de los guardias del campo, que provenían de dos naciones amantes de la música: alemanes y ucranianos

El 2 de agosto de 1943, los prisioneros de los comandos de trabajo se rebelaron. Fabricaron pequeñas armas, rociaron queroseno en todos los edificios y los incendiaron. En la confusión, muchos alemanes murieron pero muchos más prisioneros fueron muertos. De los aproximadamente 1000 prisioneros que había en los campos I y II de Treblinka, unos 600 consiguieron salir del campo y solamente unos 40 sobrevivieron a la revuelta y a las posteriores persecuciones sufridas por alemanes, ucranianos y campesinos polacos, así como a otros acontecimientos propios de la guerra. El campo detuvo sus operaciones. El comandante del campo Kurt Franz dijo durante su testimonio: “Después de la rebelión en agosto de 1943 sólo operé el campo por un mes. Sin embargo, durante ese período no hubo gaseos. Fue durante ese período cuando el campo original fue nivelado y se plantaron los altramuces.” (2) p. 247).

Esta revuelta fue planificada durante algo más de un año. A la cabeza de la misma estaba un comité del que fue miembro destacado el kapo Galewski, quien durante la revuelta defendió las posiciones dentro del campo permitiendo la huida de los prisioneros junto a un pequeño grupo de hombres que resistieron durante bastantes minutos y, con su acción, ayudaron a crear la confusión necesaria para que la "REVOLUCIÓN EN BERLÍN" (consigna con la que se inició la revuelta) fuese un notable éxito, habida cuenta de que, con toda la esperanza prácticamente perdida y sintiendo ya cercano el final de la vida del campo y de las suyas propias, lo que buscaron fue dejar testimonio al mundo de todo lo que habían sufrido durante ese largo año en Treblinka, donde el reloj siempre marcaba las 3 de la tarde.

Después de la revuelta en Sobibor, que sucedió casi al mismo tiempo (14 de octubre de 1943), se decidió cerrar los campos de exterminio de la "Operación Reinhard". El comandante de la Operación, Odilo Globocnik, escribió a Himmler el 19 de octubre de 1943: 'He completado la acción Reinhard y cerrado todos los campos' ” (5) p. 40).

Posguerra
Monumento conmemorativo de los fallecidos en el campo de exterminio de Treblinka

En 1965, después de un informe del Dr. Helmut Kraunsnick, director del Instituto para la Historia Contemporánea en Múnich, la Corte de Casación en Düsseldorf concluyó que el número de personas asesinadas en Treblinka ascendía al menos a 700.000. En 1969, el mismo tribunal, después de tener nuevas pruebas reveladas en un informe por el experto Dr. Scheffler, elevó el número a 900.000. De acuerdo con los guardias alemanes y ucranianos que estaban de servicio en Treblinka, se cree que el número de víctimas estuvo entre 1.000.000 y 1.400.000. Entre aquellos que perecieron estaba Lidia Zamenhof, hija del iniciador del Esperanto, L. L. Zamenhof.

Es muy complicado tener una cifra correcta del número real de personas, pues muchos testigos fueron asesinados posteriormente durante la guerra (que terminaría dos años después de que los campos hubieran sido cerrados, el 8 de mayo de 1945). Muchos registros se perdieron o fueron destruidos, especialmente los concernientes a los transportes ferroviarios, los cuales fueron duramente bombardeados por la aviación aliada. Menos de cien sobrevivientes de Treblinka fueron encontrados al terminar la guerra.

En Israel, John Demjanjuk fue sentenciado a muerte el 25 de abril de 1988 por los crímenes de guerra cometidos en el campo. Fue acusado de ser un guardia notorio conocido como “Iván el Terrible” por los sobrevivientes y absuelto en 1993. Su deportación de Estados Unidos fue ordenada en 2006, pero no es hasta el 2008 que el investigador jefe de crímenes de guerra nazis, Kurt Schrimm, solicitó a la fiscalía de Múnich - donde Demjanuk vivía antes de emigrar a EE UU- que se le acusara de la participación en el asesinato de 290.000 judíos. Desde entonces, su caso ha estado sumergido en entramados y aplazamientos legales.

En la actualidad Treblinka es Monumento Nacional de Polonia.

Referencia

La Historia desentierra Treblinka
Snyder, 2011, p. 325.

Bibliografía

Court of Assizes in Düsseldorf, Germany. Excerpts From Judgments (Urteilsbegründung). AZ-LG Düsseldorf: II 931638, 1965. Online. (ftp://ftp1.us.nizkor.org/pub/camps/aktion.reinhard/treblinka/german.court)
Klee, E., Dressen, W., Riess, V. The Good Old Days. Nueva York: The Free Press, 1988.
Claude Lanzmann, Shoah: An Oral History of the Holocaust. New York: Pantheon Books. 1985.
The Nizkor Project. The Killing Centers. 1995. Online. Available: (ftp://ftp1.us.nizkor.org/pub/camps/aktion.reinhard/treblinka/killing.cntr)
Ruckerl, Adalbert, hrsq. NS-Prozesse. Karsruhe, Germany: Verlag C F Muller, 1972.
Snyder, Timothy (2011). Tierras de sangre. Barcelona: Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg. ISBN 978-84-672-4527-1.
Jean-François Steiner. Treblinka. Trans. Helen Weaver. New York, Simon and Schusters, Inc. 1967.
"Treblinka." Encyclopedia Americana. Ed. unknown.
United States Department of Justice. Excerpts from Interrogation of Defendant Pavel Vladimirovitch Lelenko. Original source: Directorate of Counterintelligence of the Second Belorussian Front, former URSS. 1978. Acquired by US in 1994. Available online. (http://www.nizkor.com/ftp.cgi/people/ftp.py?people//l/leleko.pavel.v.001 and.002)
Originally based on writing by Christopher Mahan as a Pierce College English 101 assignment: http://www.christophermahan.com/writ/treblinka.html

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