Lejano en el tiempo, rememora mi memoria, aquellas alegres navidades y, a pesar de la música triste pero de gran contenido humano y sentimental
Desde Barcelona.- Lejano en el tiempo, rememora mi memoria, aquellas alegres navidades y, a pesar de la música triste pero de gran contenido humano y sentimental de Julio Jaramillo, de Nat King Cole, de Luis Aguilé y de otros tantos, las navidades eran de una alta significación, oportunidad para el encuentro familiar, las parrandas, las misas de aguinaldo, la magia del Niño Jesús y el encanto de la Nochebuena.
Desde hace 18 años, el régimen se ha empeñado en borrar de nuestra impronta colectiva las vivencias y enseñanzas que nos hicieron tan felices. Y no era una cuestión de “reales”, sino de disposición y deseos de sentirse unidos alrededor de la tradición en la que crecimos y nos hizo parte de la magia navideña. Desde los sectores más pudientes hasta los hogares más humildes enarbolaban la fecha especial del 24 y 25 de diciembre. Claro que tanto dinero dedicado a destruir los valores, tanto odio, maldad y resentimiento ha hecho merma en los venezolanos.
Son pocas las personas y pocos los hogares que se visten del fervor navideño. No hay dinero ni siquiera para comprar los alimentos y las medicinas, la ropa, mucho menos para los arreglos navideños y ni hablar de la costumbre tan humana y necesaria de viajar juntos en familia. ¿Cuánto durará este despropósito? Seguro estoy que les queda menos. Es imposible que esta invo-revolución pueda sostenerse. Nada inspirado en la maldad y la ignorancia puede sobrevivir por mucho tiempo. Son 18 años, ya restan dos nada más, caso que lleguemos a celebrar elecciones generales en 2018, y mucho, pero mucho menos, si los sectores que se oponen al régimen deciden activar el plan ABC, AN haciendo lo que tiene que hacer dentro del marco de la legalidad, la Constitución y las leyes. Bolas, que no es otra cosa que decidamos pacíficamente salir a la calle para no regresar hasta que asuma una junta de transición y la C, que significa calle, calle y más calle, eso sí, liderada por los gobernadores y los alcaldes, los diputados y el clero, los militares descontentos y los jefes de los partidos y detrás de esa vanguardia democrática y de cambio cada uno de nosotros.
Así y sólo así podemos volver a celebrar alegres navidades, recobrar la magia decembrina e imaginando que el Niño Jesús y San Nicolás viven aún en los más adentro de nuestras raíces.Ya se percibe de Norte a Sur, de Este a Oeste, en todos los sectores sociales, desde lo poco que queda de la clase alta, de la muy golpeada clase media y la incuantificable de pobres, humildes e indigentes el reclamo y el deseo, porque volvamos a ser la gran nación que fuimos hasta 1999. Pero como no todo fue en vano, este experimento demencial llamado Revolución del siglo XXI sirvió de ejemplo para lo que no debe hacerse desde el poder y también sirvió para desenmascarar las miserias del comunismo, papel que dejará a Hugo Chávez como el sepulturero del comunismo retrogrado, malsano y calamitoso de todos los tiempos. Es cuestión de días para que nuevamente el bravo pueblo vuelva a ser el ejemplo que una vez recorrió la geografía latinoamericana.
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