Admito que he perdido la cuenta de cuántos procesos electorales se han llevado a cabo en nuestro país desde 1998 hasta el presente, pues han sido tantos y tan seguidos que ya no quisiera recordarlos.
Si hay algo de lo cual los venezolanos estamos hastiados es de ir a votar esperando por un cambio que no hemos visto llegar. Han sido muchas las esperanzas que se han ido desdibujando después de cada elección, mientras vamos descendiendo lenta pero progresivamente a los infiernos donde reina el socialismo del siglo XXI.
Entre elección y elección hemos visto ocurrir las cosas más viles que hayamos podido imaginar, como el despido masivo del personal mejor capacitado del mundo y que dio prestigio internacional a Pdvsa, acompañado del chirriante sonido de un pito que aún resuena en las familias desalojadas de los campos petroleros, entre gritos y lágrimas provocadas por las bombas lacrimógenas y por la indignación.
Fuimos testigos silentes de numerosas medidas de expropiación a industrias que hoy infelizmente duermen bajo el mortífero sueño de la revolución chavista. Igual ocurrió con millones de hectáreas de tierras productivas que al ritmo campante de las expropiaciones dejaron de producir dando paso a la política gubernamental de "soberanía alimentaria" sostenida a punta de productos importados.
La gente le perdió el amor al trabajo y surgieron actividades propicias para potenciar la inventiva criolla de percibir beneficios sin esfuerzo. Así nacieron los "raspacupos", los "remeseros", y demás actividades que se hicieron permisivas, hasta que todo se terminó por la disminución significativa de la renta petrolera.
Aquí ha pasado de todo, para desgracia del buen venezolano que se resiste a ver el país hundido y con un nivel de calidad de vida por debajo de cualquier nación suramericana.
Ante tal panorama las únicas opciones que quieren imponer al venezolano son dos: "Someterse" o emigrar". Pues ya nadie ofrece ninguna otra alternativa. Los estudiantes que en 2014 lucharon por una opción distinta –en solitario, porque prácticamente nadie les apoyó– hoy llenan los calabozos de la policía política, los han enviado al extranjero para resguardar sus vidas o yacen como héroes anónimos bajo suelo patrio.
A casi dos décadas del inicio de esta nefasta revolución, el balance que tenemos en Venezuela es trágico: gente que muere por falta de alimentos, de medicinas o a manos del hampa, servicios públicos cubanizados, con cada vez menos libertades civiles, políticas y económicas, con las universidades al borde del cierre y con las oficinas autorizadas para apostillar documentos, colapsadas.
¿Pero qué estamos haciendo los venezolanos para generar un verdadero cambio?
¿Qué avances hemos alcanzado luego de incontables cacerolazos, marchas multitudinarias, y de insistir en participar en elección tras elección?
Cuando reviso las declaraciones de los dirigentes opositores, en este recién estrenado año, siento como si alguien hubiese criogenizado a toda la clase opositora desde hace diecisiete o dieciocho años y estuvieran hoy recién despertando.
Revisemos las siguientes declaraciones para hacernos una idea del tiempo que lleva durmiendo este liderazgo opositor:
Henri Falcón: "Salgamos a la calle y exijamos nuestro derecho a votar".
Claudio Fermín: "El camino no es el abandono del cargo sino las elecciones regionales".
Gerardo Blyde: "Exijo al CNE convocar a elecciones regionales y municipales".
Jesús Chúo Torrealba: "O se articula una solución electoral o no hay solución".
Henrique Capriles: "El 23 de enero TODOS los venezolanos vamos a la calle a exigir ELECCIONES. Maduro y su combo no quieren más elecciones. #23EnePaLaCalle".
Esta es la misma clase opositora que prometió cambios con la nueva Asamblea Nacional, que propuso un referéndum revocatorio para salir de Maduro, y luego resignada abandonó esta opción porque, como dijo Jesús Chúo Torrealba, "con este CNE es imposible llevar a cabo el RR".
Si esto es lo único que proponen, ¿qué cambios serían posibles si la oposición llegase a ganar todas las gobernaciones y alcaldías, que dependen presupuestariamente del Poder Ejecutivo nacional?
Como venezolana y como opositora, hago un llamado a la oposición para que no sigan abusando de la generosidad del venezolano, pues un día cualquiera saldrá la gente a la calle no a seguirlos, sino a reclamarles por su falta de acción, por su desinterés en articular un verdadero frente opositor en sincronía con todos los sectores de la sociedad que permitan medidas pacíficas, pero eficaces para rescatar el país. Si no tienen referencias de luchas pacíficas, pero contundentes, búsquenlas, porque cuando el soberano salga espontáneamente a la calle será el fin del chavismo, pero también de esta clase opositora, pues los verdaderos líderes surgirán de las circunstancias que tarde o temprano llegarán por la apatía de la actual dirigencia política.
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