miércoles, 18 de enero de 2017

El guiñapo que queda de Banco Central - HERBERT HUDDE

Antiguamente los gobiernos tenían un Ministerio de Hacienda (MH), o de Finanzas, que tenía 4 funciones primordiales: 1) recaudar los impuestos, 2) distribuir lo recaudado a los distintos entes del Estado para cubrir sus gastos, 3) manejar las reservas internacionales, y 4) emitir el dinero, es decir, acuñar monedas e imprimir billetes. Pasaba que cuando el Gobierno gastaba más de la cuenta, o el MH recaudaba menos de lo previsto, el Gobierno le ordenaba imprimir más billetes para tapar el hueco, con lo que se echaba dinero inorgánico a la calle, y al haber más dinero persiguiendo los mismos bienes, los precios aumentaban, es decir, se producía inflación.

Para solucionar ese problema se inventaron los bancos centrales (BC), los cuales son organismos separados del Gobierno, que no reciben órdenes de éste, es decir, autónomos, que asumen las funciones mencionadas 3 y 4 que antes detentaban los MH, administrar las reservas internacionales y emitir el dinero, y que tienen prohibido prestarle dinero al Gobierno para financiar sus déficit.

Ahora bien, normalmente los BC no pueden emitir el dinero como les da la gana, sino que se les impone la regla de que sólo lo pueden hacer contra la recepción de divisas u otros activos de reserva como el oro. Es decir, si alguien va al BC y le entrega dólares u oro, el BC le entrega el equivalente en moneda nacional, y sólo así puede éste emitir dinero, con lo que se establece la condición del respaldo de la moneda nacional: cada moneda y cada billete que circula debe tener su contraparte de reservas en el BC.

Además, a los BC se les asignan usualmente algunas funciones tales como la de intermediar las operaciones interbancarias, manejar los intereses bancarios, adecuar el cono monetario al nivel de los precios, y una muy importante que es la de recopilar y publicar la información sobre el comportamiento de la economía (PIB, inflación, etc.).

El objetivo primordial que nuestra Constitución le asigna al BCV es lograr la estabilidad de los precios y preservar el valor del bolívar, tanto en lo interno como en lo externo.

La destrucción acelerada del BCV comenzó con lo del recordado “millardito” que Chávez quería que le dieran, pero no voy a narrar esa historia, ya que el objetivo del artículo es comparar lo que fue el BCV con lo que es ahora después de 18 años de chavismo.

Durante muchos años el BCV fue un organismo excelentemente reputado a nivel nacional e internacional, con un personal técnico altamente calificado (que según entiendo, aún se conserva en parte), presidentes de primera línea que fueron destacados economistas o conocedores de esa ciencia, que durante muchos años mantuvo al bolívar como una de las monedas más estables junto con una de las tasas de inflación más bajas del mundo. Publicaba puntualmente los indicadores de la economía, etc. En pocas palabras, el BCV era un BC modelo.

¿Qué es hoy en día? En el título lo califico benignamente de “guiñapo”, porque con las palabras que tenía candidateadas no me hubieran publicado el artículo. Veamos:

Aunque las normas constitucionales que se refieren al BCV son válidas, estas son violadas vergonzosamente por las leyes que lo rigen promulgadas por el chavismo, lo que evidencia la piltrafa de Estado de Derecho que tenemos. En la vigente se le permite descaradamente financiar al Gobierno y las empresas del Estado, y con el mismo descaro se le deja a su arbitrio si publicar o no las cifras de la economía.

Lo de la estabilidad del bolívar es para reírse, o para llorar. Tenemos la inflación más alta del mundo, al igual que la mayor devaluación. Al bolívar hubo que quitarle 3 ceros, y ahora, con inexplicable retraso, se ha tenido que crear un nuevo cono monetario, con un billete líder que de Bs. 100 pasó nada menos que a 20.000. Cuando Chávez agarró el coroto el $ estaba a 573,88 bolívares “débiles”, equivalentes a 0,574 bolívares de hoy en día, y actualmente está a más de 3.000, cerca de 6.000 veces más, y no lo para nadie.

El ridículo, idiota y anticonstitucional ocultamiento de la información económica, que asombra al mundo y causa al país graves daños tanto en lo interno como en lo externo, implica la destitución del Directorio, pero éste sigue allí muerto de la risa, y para colmo, muchos reputados economistas, con los cuales coincido, piensan que el directorio del BCV maquilla las cifras, pecado de extrema gravedad. ¿Estas cosas, el BCV las hace motu proprio o, como dicen, por órdenes de Maduro? Con solo ver la cara de Merentes cuando lo obligan a aparecer en público, la respuesta queda clara.

Si aquí hubiera un BC de verdad, y no eso que tenemos, Maduro nunca hubiera puesto esa cómica del retiro del billete de 100, que hasta muertos causó.

Total que el chavismo ha destruido por completo al BCV, que dejó de ser un BC para convertirse en una taguara que fabrica o, peor, compra billetes cuando el Gobierno se los pide.



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