Creo que no soy el único articulista al que cada vez se le hace más difícil escribir. El cúmulo desastroso en el que se ha convertido nuestro país nos deja, a los que escribimos, un poco aturdidos. Estamos desorientados ante tanto y la incertidumbre termina por destruir cualquier dejo de inspiración o esperanza.
Nuestro país ha entrado en un deterioro sostenido que no tiene quién lo pare y en esa línea recta de decadencia este gobierno ha logrado democratizar la miseria y la agresión. Ahora somos el lugar en el que lo único que tenemos todos en común es la posibilidad latente de ser blanco de un ataque. Vivimos bajo amenaza, porque vivimos bajo la sombra de un gobierno que se construyó amenazando, y en su momento, lo dejamos pasar e incluso hubo quién voto por aquello.
Hoy al médico lo meten preso por aceptar medicamentos para tratar a sus pacientes, al académico le destruyen su trabajo, al profesor le subpagan mientras la inflación le come lo poco que tiene, al productor del programa de farándula lo matan como a tantos otros, al político lo persiguen, al empresario no lo dejan emprender y al ciudadano le toca hacer la cola. Todos agredidos por igual, de alguna manera diferente.
Estamos gobernados por la maldad, pero una maldad que no es nueva. Este proyecto empezó con la oferta de freírle las cabezas a algunos, que con el paso del tiempo pasaron a ser otros y que ahora terminamos siendo todos, fritos en el aceite del odio.
No olvidemos nunca que hubo quién voto por aquello. Que esto que nos pasa, se eligió por mayoría, la mayoría de un pueblo lleno de resentimientos e inseguridades. Ese mismo que tendemos a engrandecer por su alegría y su bondad, pero que en la privacidad que ofrece el cubículo en el que se llenan las boletas electorales, dejó salir su verdadera personalidad, la de un pueblo soberbio en el que los ciudadanos son la gran minoría.
Hoy somos el resultado de la mayoría de nuestros habitantes. Somos el resultado de la viveza criolla, del “tú no sabes quién soy yo” y de un electorado que se vio reflejado en aquel proyecto violento. Esperemos que el resultado, nos haya enseñado la lección, de lo contrario, seguiremos viviendo bajo amenaza.
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