Barranquilla, 6 de febrero. EFE.- Colombianos que en los años de bonanza de Venezuela emigraron en busca de mejor vida regresan a su país sin dinero ni trabajo y tienen que hacer frente a un nuevo problema, la discriminación. María Fernanda Sarmiento es uno de ellos. Esta mujer de 22 años nació en Campo De la Cruz, un pueblo del caribe colombiano, y durante sus años en Venezuela adquirió esa nacionalidad, pero tuvo que regresar a su país junto a sus dos hijos menores después de que deportaran a su esposo y se viera apremiada por las dificultades económicas.
María Fernanda Sarmiento junto a uno de sus hijos en Barranquilla / Foto: EFE |
Sarmiento explica que en Caracas su esposo trabajaba como obrero de construcción, y “acá está rebuscándose como barbero, pero eso no da mucho. Si se compusieran las cosas en Venezuela yo me regresaría, pero si no, qué voy a hacer por allá”. Se calcula que en Barranquilla hay unas 20 mil personas provenientes del vecino país que inciden de alguna manera en los indicadores de inseguridad y desempleo y colapsan los servicios de salud y educación.
Mis dos hijos tienen nacionalidad venezolana y por nosotros ser colombianos los pudimos afiliar al Sisben (sistema de beneficiarios de programas sociales). Por lo menos los atienden cuando se enferman y puedo matricularlos en el colegio”, dice Sarmiento. La percepción de que los colombo-venezolanos son causantes de problemas no es solamente de la gente del común, pues un comentario del vicepresidente colombiano, Germán Vargas Lleras, abrió una nueva polémica con las autoridades del país vecino.
“En la sola ciudad de Barranquilla veo 20 mil personas que han venido de Venezuela y que están incidiendo en la inseguridad y en quitar las oportunidades de empleo”, dijo hace unos días. En otro acto, de entrega de casas en Tibú, afirmó que las viviendas son para “población desplazada” y pidió a la gente: “no vayan a dejar meter aquí a los ‘venecos’, por nada del mundo”, lo que desencadenó críticas.
Para el personero de Barranquilla, Jaime San Juan Pugliese, la cifra del vicepresidente no está alejada de la realidad, ya que son muchos que llegan a la ciudad no están registrados por ninguna entidad. “Por lo general nos buscan para que los apoyemos en atención médica, matrícula de menores en los colegios públicos o simplemente para que los ayudemos para la expedición de documentos de identificación o vinculación al Sisben”, explicó el funcionario, quien agregó que el año pasado fueron atendidas por su despacho unas 7.200 personas.
Otro aspecto que causa animadversión contra los migrantes del vecino país es que son vistos como “regalados” al momento de buscar trabajo, con lo cual quitan oportunidades a los locales al hacerlos por una paga menor. “Ellos se están regalando hasta por 20 mil pesos (unos siete dólares) por un día de trabajo, están reventando la tarifa y así no hay manera de cobrar lo justo“, dijo Alfredo Flores, un mesero de una cafetería del centro de la ciudad, quien se queja la “competencia desleal de los venecos”.
Otro fenómeno es el de la prostitución de venezolanas, que se ha esparcido por ciudades y pueblos de la costa atlántica y otras regiones, donde numerosas mujeres del país vecino se han visto obligadas a este trabajo para poder mantener a sus familias, muchas de las cuales quedaron al otro lado de la frontera. La migración desde Venezuela no solamente incide en sectores que requieren mano de obra no calificada, pues un importante número de profesionales se ha insertado en el mercado laboral en Barranquilla.
Elianis Gutiérrez es una psicóloga venezolana y vive en esta ciudad desde hace cuatro años. Aunque en un principio su propósito era conocer y compartir con familiares colombianos, encontró en la ciudad la posibilidad de desarrollar su profesión sin sufrir ninguna discriminación. “Particularmente yo no he me he sentido discriminado, pero sí creo que podría haber cierto recelo en algunos oficios”, expresó por su parte Félix Tovar, un venezolano ingeniero de sistemas, quien con su hermana graduada en periodismo llegó desde Caracas hace un año a casa de parientes colombianos al área metropolitana de Barranquilla.
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