Sí, Venezuela necesita focalizarse en la lucha contra la barbarie reinante. Eso no se discute. Excepto en la bizarra Mesa de la Unidad Democrática (MUD), con su política de conquista de espacios. Espacios de un entorno bizarro; pero, espacios.
Junto a la lucha, también toca prepararse para que el mismo día de la salida del karma actual pueda iniciarse con pie firme el proceso a una democracia republicana consolidada y una economía exitosa en lo interno y lo externo. Es nuestra posición. Aunque casi nadie la plantea.
Los viudos del pasado pospuntofijista (el lapso desde el primer gobierno de Caldera hasta la llegada de Chávez) querrán volver a lo suyo: caudillos, cúpulas, rentismo y prebendarismo. Los liberales propondrán su menú liberalizador, ojalá que con reconocimiento de sus exigencias y restricciones. Y los transicionalistas insistiremos en el proceso mencionado en el párrafo anterior.
Liberales y transicionalistas tienen una extensa lista de fines comunes y una nítida diferencia con el caudillismo y las cúpulas rentistas y prebendarías. Eso me dice, en principio, que los dos primeros deberían dialogar alrededor de los principales temas de gestión de un eventual nuevo gobierno democrático. Pero, también me dice que ambos tienen un exigente reto por delante en el debate sobre la inconveniencia del regreso al pasado político.
Sin soporte numérico a la mano, puedo, sin embargo, asegurar que ese regreso al pasado tiene la pole position en una eventual recuperación de la libertad y de los procesos democráticos. Las políticas tradicional y carismática, el caudillismo, los cogollos (cúpulas) y el prebendarismo tienen la fuerza de la inercia. Venezuela ha sido así por mucho tiempo. Y aún en la discusión política actual muy pobre, por cierto- imperan criterios y factores de poder a favor de un sistema político con esas características.
Eso hace más necesario el diálogo entre liberales, transicionalistas y otros sectores de opinión e intereses favorables al buen posicionamiento político y económico de Venezuela. En lo institucional, tanto para lo uno, como para lo otro, hay retos de altísimo interés, que podrían permitir no solo logros en el plano de la estrategia, sino que deberían permitir ganancias de opinión y políticas a sus impulsores. Un ejemplo es el de una política industrial, en los términos en los cuales la hemos planteado en nuestros artículos del año pasado. Interesa a los sectores políticos de vanguardia; pero, también a sectores empresariales, comerciales, países potencialmente beneficiados, etc.
Ejemplos de temas de gestión los hay en las ocho esferas que hemos referido. Opino, con respeto a los que prefieren moverse en el plano de la ideología y no el de la gestión, que la ventaja neta en opinión y en política la otorga la demostración de la capacidad para gobernar. Una cosa es aspirar el cielo y otra, muy diferente, saber alcanzarlo.
En definitiva, con independencia del drama actual y su exigencia de lucha, la política venezolana llama al diálogo entre afines y cercanos y al debate con los contrarios. El régimen nos lleva ventaja en eso. Y en el mundo opositor, la tienen los partidarios del viejo statu quo. Toca activarse.
Santiago José Guevara García
sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1
aeaméricaeconómica.com / Año XVIII - Madrid, Sábado 25 Feb 2017
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