Recientemente en el hermano país de Colombia, se llevó a cabo un Plebiscito sobre un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, donde se impuso el No por un estrecho margen con respecto al Sí, y no es que la gente no quiera paz, todo lo contrario, pero quizá los voceros, las condiciones y lo acordado, no fue suficiente para un pueblo que ha vivido en carne propia los desmanes y el horror de un conflicto guerrillero por más de cincuenta y dos años, que ha cobrado la vida de miles de inocentes. Esta división del país prácticamente en dos toletes, ha hecho menester, cambiar o modificar algunos de los acuerdos para su futuro éxito, porque el mundo en estos tiempos, lo que desea es paz y tranquilidad para vivir.
No puede haber paz sin justicia, fueron muchos de los argumentos esgrimidos por nuestros hermanos colombianos a la hora de sufragar por el No en el plebiscito realizado el día domingo. Y desde mi punto de vista esa premisa tiene mucha fuerza, porque ningún país que quiere avanzar en los caminos de la paz, puede hacer borrón y cuenta nueva con muchos de los desmanes y delitos de lesa humanidad cometidos en nombre de un pueblo.
Pues bien, en el caso de Venezuela, durante 19 años, hemos vivido la peor pesadilla jamás vivida en nuestro país, y es que producto de muchos errores que pudieron haberse cometido en la llamada Cuarta República, vino un dictadorzuelo, vestido de humildad, con traje verde oliva, y cuya consigna fue darle voz y votos a los invisibilizados supuestamente por estos gobiernos, pero que en el transcurrir del tiempo, y del ejecútese del proyecto revolucionario, lo que trajo fue sangre, sudor y lágrimas a nuestro pueblo. La inseguridad galopa sin cuartel, la crisis alimentaria es dantesca y alarmante; la crisis en el sector salud es catastrófica, y así donde han metido la cuchara como coloquialmente hablamos, han puesto la torta, porque este ha sido el régimen más corrupto de la era republicana, y cualquier intento de actuar a favor de un pueblo, ha sido desvanecido por las apetencias, la vulgaridad y los caprichos de una pequeña cúpula que se ha enriquecido de manera grosera.
No obstante, hoy Venezuela está parada frente a un cambio del actual modelo político, fracasado, desgastado, y corrupto. Y por más obstáculos que nos pongan en el camino, esta es una realidad irrefutable. Muy pronto habrá un nuevo gobierno en Venezuela en el marco constitucional y pacífico, donde estarán representaciones de todas las organizaciones políticas y democráticas del país, y de organismos, gremios y sociedad civil en general. Nosotros no vamos a venir a hacer justicia por nuestras manos, ni a perseguir ni a amedrentar a nadie, porque precisamente una de las fallas de este gobierno ha sido esa. Venimos a trabajar a brazo partido por el rescate del país, por el reestablecimiento del Estado de derecho, por el progreso de Venezuela; y todos esos delitos de la revolución cometidos en nombre de un pueblo, no van a quedar impunes, pero de eso se encargarán los tribunales imparciales y los cuerpos judiciales que actuarán de manera imparcial.
No puede haber paz sin justicia, y precisamente uno de los cambios que exige nuestra gente, es contar con un gobierno pacífico y constitucional que se rija por la Carta Magna, y por tratados internacionales, que garanticen la sana convivencia y una mejor calidad de vida. Hasta que Nicolás Maduro no salga de la presidencia de la República, en Venezuela no habrá paz, porque son ellos los que instigan, odian, llaman a la violencia con su verbo incendiario, los que invitan a la guerra y a la división entre hermanos. La derrota de este gobierno es precisamente, por la carencia de inclusión, de participación, de aceptación y reconocimiento del adversario y de no haber querido escuchar a un pueblo que con tiempo les anunció que por allí no era el camino.
Bernabé Gutiérrez
Secretario Nacional de Organización
Acción Democrática
@adbernabe
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