martes, 25 de octubre de 2016

Amarren la locura - IVÁN COLMENARES

Tenía razón el odio andante con rango militar. Que se había muerto quien les paraba las locuras, diciendo tan francamente y de manera premonitoria, lo que nunca quisimos ver, el anuncio de un infierno desatado, que comienza con la utilización de las instituciones violatorias descaradas de la Constitución de la que antes hablaban con tanto orgullo, como la mejor del mundo y cuya autoría poseía su Comandante Eterno, Invicto, Galáctico.


La alocada suspensión de la recolección de manifestación de voluntades por parte del CNE, acatando tan expeditamente una decisión de cinco jueces tarifados el jueves en la noche, que en forma sincronizada y cumpliendo la orden del “ilustrísimo” hijo de El Furrial, decidieron presumir que el uno por ciento que activó la solicitud del referendo, proceso que validó el poder electoral, con todo postín, a su tiempo, estaba lleno de irregularidades. Y si este ente convalidó un delito, y específicamente en el ámbito para los cuales los jueces penales, creemos, no tienen competencia, porque en todo caso la querella por esa usurpación, es absolutamente personalísima, es la Sala Electoral, esa que no ha decidido aún en todo lo que va del año, lo de los diputados de Amazonas, la que debió pronunciarse. Nos imaginamos que en el TSJ, a pesar del descaro, deben estar obstinados de tanta locura de los jerarcas del PSUV y del dueño del bufete, Nicolás Maduro, que por cierto, en forma colosalmente irresponsable, permitió que el zafarrancho se prendiera y huyó hacia adelante, con destino Medio Oriente: ¿Buscando casa?

Lo cierto es que los demonios se desataron en el PSUV y pretenden encender la pradera. Diosdado anda loco de atar. Su particularísima agenda tiene en profunda crisis al régimen, aunque se levante como el Taita Boves contra la oposición. Tulio Hernández en su artículo dominical en El Nacional describe con asombro: No miden las consecuencias de sus acciones sobre los demás, las puertas a la violencia que están abriendo, el fraude del tamaño del Ávila que están cometiendo, porque sólo les importa cumplir las órdenes de sus superiores dentro de la maquinaria del poder a la que pertenecen. Asumen el mal, la estafa, la trampa, el abuso de poder, incluso el homicidio, con absoluta naturalidad. Lo banalizan. Son flatulencias del demonio pero se creen bendiciones de Dios…se miran al espejo y no se ven”.

Eso, son. Dejaron de ser hace mucho la redención moral contra la cuarta. Elevaron los males de aquella a la enésima potencia y aún, desnudos ante el mundo, pretenden engañar, al 15 por ciento, que aún creen en esta farsa socialista, asquerosa, diabólica, hambreadora, corrupta y miserable, en lo que se convirtieron. Sólo les falta llevar a la guillotina al 85 por ciento de los venezolanos que nos oponemos a sus privilegios y a esa inmensa capacidad de destrucción del país que no cesan de ejercer.

Ante ello, tenemos una Asamblea Nacional con los pantalones puestos. Sin amilanarse ante la jauría roja, tarifada también, tomaron decisiones trascendentales que muestran al mundo, la miseria humana que los compone y en la dictadura que pretenden instaurar. La AN está cumpliendo con su deber, declarando la ruptura del orden constitucional, solicitando la aplicación de la Carta Democrática, denunciando ante La Haya a rectoras y jueces que actuaron contra el referendo, procediendo a designar a los nuevos rectores del CNE y magistrados del TSJ y analizando la condición constitucional de Nicolás Maduro como Jefe de Estado.

Hace lo que tiene que hacer el poder que representa la voluntad de la inmensa mayoría nacional y exigiendo a las Fuerzas Armadas que no acate ninguna orden que contraríe la Constitución. O sea, amarrar la locura.


La pelota está en el campo internacional y en los cuarteles. La Venezuela aún esperanzada y de pie no se rinde. Hora de verdades.

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