martes, 25 de octubre de 2016

El último requisito - Antonio Ricóveri

Muchos adeptos hablan de estar en presencia del derrumbe inminente del rigor doctrinario de la gesta de los defensores del legado de Joseph Goebbels

Desde Puerto La Cruz.- Las patrañas y supercherías ya no consiguen terreno fértil donde reproducirse y propagarse. Son escasos los que continúan creyendo en la justicia social que tanto proclamó el finado... Todo es una farsa que coloca en entredicho las conquistas democráticas del pasado y sólo quedan grotescos contrasentidos, nuevos y numerosos sufrimientos y mucha anarquía.

El muy vociferado “gobierno de los oprimidos, abandonados, marginados y excluidos” sigue sin dar respuestas profundas, capaces de lograr mejorías contundentes. En su lugar continúan las peroratas comunicacionales llenas de términos baldíos, de vocablos sustraídos de contenido, palabras con apariencias fantasmales, huecas, que a nada conducen… Todas arrastradas por su común debilidad: una fuente farisea.

La actual propuesta política sigue su senda incoherente en forma, contenido y resultados. Su propuesta global que indicaba progreso sostenido en la medida en que se ampliaran las bases populares con el tiempo se desdibujó, dejando sólo a unos pocos orando en altares vacíos.

La utopía ofrecida sigue apenas sobreviviendo sobre el prestigio emocional de un encantador de serpientes y una base clientelar directa. Viven de las sombras de la división, del caos en la sociedad.

Sus justificaciones siguen siendo más de lo mismo. Repeticiones preñadas de citas añejas, acusaciones sin sustento siempre en pos de chivos expiatorios a quienes endosarle tanta corrupción, tanto derrote y tan poca efectividad… Mientras tanto, la decepción sigue un sendero cruel, sinuoso, tortuoso, sobre todo para quienes esperaban la elevación de su nivel de vida, de allí que muchos ya no puedan seguir creyendo en un socialismo mediatizado, en una igualdad de telenovela, en una retórica populachera, en un remozado oráculo de los griegos.

Las aprensiones casi no se contienen. Las soluciones se han vuelto inciertas, anacrónicas, lejanas. Los ideales y principios hace mucho que yacen en algún recodo del proyecto inicial, fuera de él. La libre deliberación y la rectificación son ficción, incluso, la dictadura del proletariado hace mucho que dejó de ser el objetivo final…

Muchos adeptos hablan de estar en presencia del derrumbe inminente del rigor doctrinario de la gesta de los defensores del legado de Joseph Goebbels, que para muchos fue más que una razón de vida, una religión.

El país ya no aguanta más fracasos ni medias verdades. Las conquistas materiales siguen siendo una quimera. Ya nadie habla de la redención de las masas. El discurso luce agotado, desconectado con las necesidades de la mayoría. Ya no bastan piezas de oratoria donde la culpa siga siendo del pasado o del que piensa distinto. Para muchos, eso no basta. Ni siquiera basta rezar… Porque nos están matando….

Por eso debemos manifestar nuestra voluntad de cambio con valor y sin reservas porque tenemos derecho a construir una solución pacífica, electoral, constitucional y democrática a este drama que estamos viviendo.

Así de simple.

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