viernes, 20 de abril de 2018

Óyeme Díaz Canel, aconseja a Maduro. - ANTONIO ECARRI BOLÍVAR


Miguel Díaz Canel va a ser el primer presidente de Cuba, en estos 60 años de revolución, que no se apellida Castro, que nada tuvo que ver con los viejos odios producidos por las matazones de los fusilamientos de los primeros tiempos, que además es un ingeniero electrónico, educador, casado con una maestra de escuela y tiene el inmenso reto de sacar a su país del hambre y la miseria. Él sabe que esa situación no la generó el bloqueo, sino una política económica estatista equivocada, pero aquel cerco también ayudó a la crisis, sin duda alguna. Ahora bien, el inmenso reto de Díaz Canel es ver cómo rectificar una política que se va a encontrar con dos obstáculos, hasta ahora insalvables; en lo interno: la resistencia de una casta burocrática que ve en peligro sus privilegios y, en lo internacional: la tozudez de Nicolás Maduro de querer ir a un proceso electoral que al no reconocerlo nadie, dentro ni fuera de Venezuela, va a mantener a su aliado fundamental, Cuba, en el mismo plano de aislamiento del que Díaz Canel quiere desembarazarse a todo trance.

Entonces, a Miguel Díaz Canel, nuevo presidente de Cuba a partir del 19 de abril, le sale aconsejar a Nicolás Maduro, con seriedad y mucha entereza, la suspensión de un proceso electoral que se va a convertir en un bloqueo que dejará en pañales al sufrido por Cuba durante la guerra fría. Cuba pudo sobrevivir a ese bloqueo, a duras penas, porque existía la URSS. Además, buena parte de América Latina –liderada por México– y Europa, incluyendo el régimen derechista de Francisco Franco, jamás rompieron con la isla y más bien sabotearon la política gringa de aislamiento.

Ahora, con Venezuela, la cosa va a ser totalmente diferente. El bloqueo no va a poder ser la excusa para mantener una dictadura, sino el comienzo del final de esta. A la dura política norteamericana de Donald Trump y sus halcones se suman Canadá, toda América Latina –excepción hecha de tres pequeños países como Cuba, Bolivia y Nicaragua– pero donde estarán presentes, en el bloqueo, digo, nada más y menos que Argentina, Chile, Brasil, Colombia y México, que son palabras mayores. ¡Ah! y además toda la Unión Europea sin excepción, incluidos, obviamente, los colosos de Alemania, Francia, Italia y España. ¿Van a venir en nuestro auxilio chinos y rusos? Lo dudo mucho, porque Rusia no es la URSS, sino una sociedad capitalista de liberalismo económico salvaje y China, si no le pagamos sus acreencias, nos recordará la vieja advertencia del tintorero de ese país: “Si no hay leal no hay lopa”. 

Así que a Miguel Díaz Canel la cosa se le pone muy difícil y sería una verdadera lástima que vaya a pasar a la historia como un ensayo de apertura fracasado. No solo por las consecuencias dramáticas para él y su carrera política, sino también por la tremenda responsabilidad de sacar a todo un pueblo del hambre y la miseria. Situación a que lo llevó el comunismo, que fue reconocido por el mismísimo Fidel como un fracaso total, y del cual Raúl quiere salir con otro relevista, sin sus ataduras, pero a quien le preparó el camino con la punta de lanza capitalista del “Proyecto Mariel, que es un salto de garrocha que aún no lo entiende la costra elitesca de Cuba, y la de Miami…tampoco. 

A todas estas, el lector debe estar preguntándose ¿a qué viene esta exigencia unilateral a un mandatario cubano? Se debe a mi reiterada creencia, convertida en convencimiento, de que cuando el chavismo decidió compartir gobierno con el castrismo, estaba subordinándose a la política cubana. Así las cosas, adonde tiene que ir a dialogar la oposición venezolana no es a la República Dominicana que nada pinta, sino al país donde viven los jefes políticos de Maduro. Eso lo entendió la culta y experimentada derecha colombiana y las conversaciones de paz, con la guerrilla, las celebraron y lograron que fructificaran en Cuba (donde moran los verdaderos jefes de las FARC) y no en su territorio, donde tenían más de 70 años matándose.

Miguel Mario Díaz Canel Bermúdez es un hombre contemporáneo con Maduro, solo le lleva 2 años de edad, pero viene de una escuela política que lo ha convertido en un hombre de Estado: a los 31 años –en ese país donde manda una gerontocracia de héroes de la Sierra Maestra y del Escambray– ya era miembro del Comité Central del poderoso Partido Comunista y tiene muchos años en su Buró Político, con una experiencia nada despreciable en trabajo internacional en América Latina. Ah… y en mayo de 2013, en un congreso sobre educación, aseguró que “con el desarrollo de la informática y de Internet, prohibir algo es casi una quimera imposible, no tiene sentido”. Si fue sincero es una esperanza.

Óyeme Díaz Canel, aquí entre nos, ¿no será mejor que Maduro posponga las elecciones, para la oportunidad constitucional que corresponda, permita a la oposición verdadera participar y el resultado, cualquiera que sea, pueda abrir los canales multilaterales de relaciones con Estados Unidos, con Europa, con el resto de América Latina y comencemos, todos juntos, a realizar la tarea ciclópea de ver cómo nos acercamos al mundo real de la educación avanzada, de la tecnología y el desarrollo? Sí, lo que tú quisiste hacer como ministro de Educación Superior en Cuba y no pudiste lograr por culpa de un sistema que quieres cambiar y nosotros también, para vivir en esta aldea global sin hurgar en la basura, sino en las computadoras que nos sacarán del último mundo a ver si nos acercamos, aunque sea, al de quienes viven en un Estado de bienestar que también “siboneyes y motilones” nos merecemos.

¿Que no te va a hacer caso? Lo dudo mucho, pero si no, al menos tendrás la excusa de decirle a tus compatriotas: “Le tiré un cabo a Nicolás y ¡ño!, na’, se empeña en que todos… ¡sigamos en la tela!”. 

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