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Existe un ala de cierta oposición oscilante entre el “progresismo” y el “humanismo”, que empezó tomando ese discurso fatuo y tibio de “No es chavismo, es madurismo” como estrategia electoral. De tanto repetirlo en la campaña se lo terminaron creyendo y asumiendo en la vida. De ese modo terminaron también abrazando creencias y dogmas como “Las misiones deben ser mantenidas”, “El modelo de Lula es un ejemplo”, “Ojalá todos los presidentes de Latinoamérica fueran como Pepe Mujica” y la peor de todas, representada en ese protochavista que es Miguel Pizarro, de tomar a Salvador Allende y su desastre de gobierno como ejemplo de algo que no sea morirse, como todo comunista fracasado debería.
Porque más allá de toda la ignorancia e incluso complicidad de sujetos como Pizarro y su ala, esta afirmación es muy peligrosa en boca de cualquier dirigente que diga oponerse a un régimen cuyas políticas, acciones y andar en la vida son de las más allendistas que puedan haber, dado que ese gobierno maligno fue el primer laboratorio de ideas de donde ahora somos nosotros los lamentables nuevos conejillos de indias, en un experimento maligno que no para de torturar víctimas por medio del hambre, la inflación y la búsqueda del control mental.
Idea que por ejemplo se ve de manifiesto en ese sistema de dominación por medio del hambre que son los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, cuyo origen directo, desde el nombre hasta el funcionamiento, nace con la idea de las Juntas de Abastecimiento y Producción (JAP) en 1971, como respuesta a la situación de desabastecimiento y escasez producto de las políticas socialistas de expropiación de fundos, fábricas e industrias básicas que fueron quebradas por los jerarcas socialistas encargados (¿Se les parece a algo?).
Estas JAP fueron organizaciones vecinales de fiscalización y distribución de alimentos, encargadas de denunciar “comerciantes especuladores” con ayuda del gobierno, que al verificar las bodegas de estos y sus inventarios, si encontraban excedentes procedían a intervenir los negocios y vender los productos al costo por medio del método de la “Tarjeta de Abastecimiento” (Para los que no han entendido, esto es la madre del Carnet de la Patria). Todo esto para, según la excusa del momento, “controlar ventas y eliminar a los especuladores”.
Esto como sabemos ya, no detuvo la escasez ni mejoró el abastecimiento de productos. Las políticas de Allende siguieron aplicándose y con mayor saña expropiando más empresas seleccionadas, a criterio del gobierno, como especuladoras para ponerlas “en manos de los trabajadores” vía decretos, dado que el parlamento chileno estaba en manos de la oposición, que no aprobaba con razón estas medidas socializantes.
El siguiente paso del socialismo de Allende para su combate imaginario a la especulación, vino a ser la creación de “Almacenes Populares” administrados por el Estado y las JAP, que vendían productos al costo, sin ninguna ganancia a quiénes tuviesen Tarjetas de Racionamiento, incrementando así la deuda del estado y los niveles de inflación de un país que ya en ese momento se hallaba, fruto de otras políticas lamentables de generación de hambre, sumido en una estanflación que llegó a 606% en 1973, año de la caída del gobierno.
Otra de las nada brillantes ideas de Allende y su gobierno hoy tomadas por el chavismo, fue la llamada “Canasta Popular” consistente en la venta en los Almacenes Populares controlados por las JAP, ya no de productos directamente colocados en anaqueles, sino de una ración de estos, distribuida por jefe de grupo familiar de forma mensual en una caja, al igual que cierto sistema el cual los mismos diputados allendistas hoy en la Asamblea Nacional consideran que es uno de los esquemas de corrupción más grande de la historia republicana.
De esa manera, salvo que sean cómplices o ignorantes totales, no se entiende como alguien puede decir oponerse a una tiranía socialista que ha calcado ideas que solo han llevado a la ruina y enriquecimiento ilícito de sus jerarcas, a la vez que admira al creador de esas ideas, a menos que obviamente no padezcan las consecuencias de estas o simplemente no les importe porque en el fondo, solo desean administrar la misma miseria de sistema que ha dejado el chavismo, pero “con rostro humano” y otros eufemismos de quién quiere cambiar poco, para realmente no cambiar nada.
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