sábado, 8 de octubre de 2016

No es no… - Orlando Viera-Blanco

Quizás el mejor discurso político parlamentario que conozca la historia, fue el de Juan Francisco María de la Salud Donoso Cortés y Fernández Canedo. Escribo a plenitud su nombre, para hacer merecida elocuencia al inmenso desafío de su epístola ante el Parlamento Español, el 04 de Enero de 1849/Sesión 4, titulado, “En defensa de la Dictadura” …Una joya de la política post-monárquica (en tiempos del General Español Narváez), que coloca a los anárquicos como apocalípticos que sólo saben “organizarse” en revoluciones, buenas como las herejías para profanar la fe y opacar la sociedad constituida.

La inteligencia de este discurso reposa en la hilada argumentación para defender “la dictadura”, plausible en tiempos de caos, protestantes y reformistas, contra el mito revolucionario. En réplica solvente al tremendismo legalista del Dip. Cortina (progresista), el extremeño se pregunta: “¿Queréis saber toda la verdad de las causas de la revolución última francesa? Pues la verdad llegó el día de la gran liquidación de todas las clases de la sociedad”. Para el extremeño “revolucionar” es combate y muerte de la providencia. Es justificar la violencia y negación de todo orden superior, incluso el de Dios o el constitucional. Es pontificar el “poder soberano personificado en Luzbel, la perversión ingénita del ser humano”. Un poder infeccioso (ob. cit) en nombre del cual “la libertad ha proclamado la dictadura con el mote de república (ver preámbulo de la Carta de la Restauración Francesa de 1830); la igualdad -republicana por nacimiento y por decreto- ha inventado no sé qué especie de democracia aristocrática y no sé qué género de ridículos blasones, y la fraternidad ha restaurado la fraternidad pagana, la fraternidad de Eteocles y Polinices”. Es la permuta del trono de los pontífices por el trono de los demagogos. Es la omnipotencia social que para Donoso es un gobierno absoluto y tirano, “el mayor azote del cielo” en un Estado normal. 

Para el Marqués de Valdegamas contra la dictadura igualitaria, Diocleciana y hegemónica -que infesta pueblos convertidos en miserables, hambrientas y alienados- la restauración ordenadora de la libertad, son las constituciones duraderas que se remontan a la palabra de Dios (les constitutions politiques dans leur fond durable qui remontent à Dieu), defendidas por sus ciudadanos y por el sable del buen gobierno. No hay actor revolucionario que resista la sensatez civilizatoria de la ley y el orden espiritual de la paz. Cortés sepulta el mito revolucionario al ilustrar cómo “los hermanos de la Revolución Francesa se devoraron en las calles de París en la batalla más gigantesca que dentro de los muros de una ciudad han presenciado los siglos. A esa república que se llamó de las tres verdades, égalité, fraternité et solidarité. yo [Donoso]la desmiento. Es la república de las tres blasfemias, es la república de las tres mentiras...”.

¿Qué vino después? Pueblos en uniformes. Y advierte: “¿Queréis evitar las revoluciones? ¿Basta con dar de comer a los hambrientos? ¡Mentira!” exclama. Veleidad revolucionaria. “Esa aseveración es totalmente contraria a la historia (...) Yo pido (Donoso) que se cite un ejemplo de revolución hecha por pueblos esclavos o pueblos hambrientos. Las revoluciones son enfermedades de los pueblos ricos. Las revoluciones son enfermedades de los pueblos libres. El mundo antiguo era un mando en que los esclavos componían la mayor parte del género humano. ¡Citadme cuál revolución fue hecha por esos esclavos!”. Lapidario. Libertad y riqueza que toleran rebeldes, pero los rebeldes -que de libertad y riqueza- solo comen ellos...

Agrega el joven diputado liberal: “Las revoluciones profundas fueron hechas siempre por opulentísimos aristócratas. No está en la esclavitud, no está en la miseria el germen de las revoluciones. El germen de las revoluciones está en los deseos sobreexcitados de la muchedumbre por los tribunos que las explotan y se benefician”. Y agrega: “Queréis ser revolucionario porque queréis ser como los ricos. Es la fórmula progresista de las revoluciones socialistas. Si sois clase media, seréis como los nobles. Si sois clase nobiliaria, seréis reyes; y si sois reyes pues ¡os convertiréis en Dioses!". Cuánta razón resumida en esta alegoría. Así nuestra V (apodada república y además bolivariana), igualó el hambre, fraternizó la corrupción y solidarizó el odio. Las tres grandes verdades de la formula socialista…

Donoso concluye: “Si se trata de escoger entre la dictadura de la insurrección y la dictadura del Gobierno, yo escojo la dictadura del Gobierno, como menos pesada y menos afrentosa. Si se trata de escoger entre la dictadura que viene de abajo y la dictadura que viene de arriba: yo escojo lo que viene de arriba, porque viene de regiones más limpias y serenas. Si se trata de escoger por último, entre la dictadura del puñal y la dictadura del sable; yo escojo la dictadura del sable, porque es más noble…”.

Lo dijo Donoso Cortés, uno de los mejores oradores de la historia. Y lo adoptó Colombia con un NO a la “fórmula progresista” que quiso meter de contrabando otra revolución socialista... Faltamos nosotros.


04 de octubre de 2016 05:00 AM
@ovierablanco

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