domingo, 4 de septiembre de 2016

Este comunismo es el fascismo del pobre - Antonio Ecarri Bolívar



Las calles son del pueblo, no de la policía”, gritamos, toda la vida, los estudiantes de izquierda cada vez que avistábamos la presencia de cuerpos de seguridad del Estado en las cercanías de nuestras protestas. Algunos de aquellos estudiantes de izquierda pasaron de la Sala E de la UCV a las esferas del poder y, mira tú, ahora, cómo tratan de impedir las marchas no solo de estudiantes sino de todo un pueblo para entregar las calles a la policía. Vaya giro de 180 grados en sus talones, que descubre la verdadera ideología de unos farsantes: nada de izquierda, nada de socialismo, solo gangsterismo rastrero para conservar el poder y su dinero producto de la más escandalosa corrupción de que se tenga memoria en la historia universal de la infamia (Borges dixit).

No podía ser de otra manera, porque la gente verdaderamente de izquierda que se mantiene firme en sus convicciones está toda, óigase bien, toda, en oposición a este régimen. No me refiero solamente a la gente de izquierda que tenemos 17 años luchando con esta mentira totalitaria, que se ha pretendido arropar con el manto ético del socialismo; sino, incluso, a quienes apoyaron a Chávez, equivocadamente pero con sinceridad, que ya no toleran que se les identifique con esta mafia que se abraza al poder como la sombra al cuerpo y el rabo al perro.

Sí, una mafia dirigida por un energúmeno que no tiene el menor escrúpulo en bajar a las catacumbas de la más abyecta proclamación política e ideológica al compararse a sí mismo con el tirano turco Erdogan, execrado por toda la izquierda mundial debido a la sistemática violación de los más elementales derechos humanos del pueblo al que desgobierna. No sé si su referencia a Erdogan la hizo Maduro por ignorancia o por prepotencia, pero el primer sorprendido con esas declaraciones debió haber sido su pana en Medio Oriente, el dictador sirio Bashar al-Asad, hoy enemigo acérrimo de su ex aliado en la zona. Al Asad, por cierto, tampoco se anda con remilgos al reprimir y ahogar con sangre toda oposición a su régimen nefasto.

A Maduro solo le quedan como aliados, en el cada vez más confuso mundo de la izquierda atrasada, además de aquellos impresentables mencionados, la Cuba de los hermanos Castro; y eso porque aún la MUD no ha tendido alguna mano conmiserativa a ese gobierno, que le garantice mantener relaciones económicas en un marco de respeto y comprensión futuras. El día que lo haga se termina ese incomprensible maridaje en condiciones de vasallaje para Venezuela. Y es que a los Castro ya les debe estar cayendo la locha que seguir con Maduro significa correr su misma suerte, lo que atentaría contra sus sagrados intereses más allá de supuestas solidaridades ideológicas por las que los cubanos sienten, demostrado hasta la saciedad, un desprecio absoluto.

La verdad es que, además de los hermanos Castro, a Maduro también le queda la inefable divine gauche europea, cada vez más menguada, esos que al decir del más prestigioso de los intelectuales cubanos que murió en el exilio (como casi todo cubano decente muerto en estos tiempos) Guillermo Cabrera Infante: “Los que siempre encuentran excusas para encubrir los crímenes ‘de izquierda’ con la etiqueta de ‘errores inevitables en el proceso de construcción de la nueva blablabla y bla’. Esos inagotables peregrinos que, acabado el mito soviético, inventaron a China con mil flores (pronto marchitas), surgido el fantasma amarillo y racista de Mao, buscaron su último refugio bajo las barbas paranoicas de Fidel Castro, esos que huyen de la verdad. Esa verdad que demuestra a cada rato –terca, palpable pero inútilmente para ellos– que el comunismo es el fascismo del pobre”. Ah, también le queda la cúpula militar, tema que ameritará otro artículo completo, pero por lo pronto que no sigan embadurnándose con las excrecencias de la corrupción alimentaria. 

Cubanitos de Fidel y Raúl, militares institucionales y restos de la divine gauche europea, por favor: aconséjenle a Maduro la renuncia, para que nos evite males mayores que pueden y deben ser obviados con un diálogo transicional, que permita mantener unas relaciones estables con Cuba, preservar el poco prestigio que queda en la Fuerza Armada y, quien quita, queden en el presupuesto algunas becas para los escribidores de oficio europeos, para que sigan hablando de la distopía comunista, desde la rive gauche del Sena, pero no vengan a Venezuela con su canto del cisne negro. 

Ayuden, por favor, que también nosotros tenemos intereses y, en función de nuestro pueblo, nos sentaríamos a dialogar así sea en la quinta paila, (Ramos dixit)… hasta con “el fascismo del pobre”.

2 DE SEPTIEMBRE 2016 - 12:01 AM

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