Acción Democrática
Comité Ejecutivo Nacional
Buró Juvenil Nacional
Un Político de la Nación.
Discurso por motivo de la Conmemoración del trigésimo séptimo aniversario del fallecimiento de nuestro querido compañero Expresidente: Don Rómulo Betancourt
Jesús E González B
Caracas, 28 de septiembre de 2018.
I
Agradezco la oportunidad que se me brinda de dar estas palabras, para celebrar la vida de uno de los hombres más relevantes en nuestra historia democrática, recordar una obra y mantener un legado, ese es el compromiso.
Quisiera saludar al compañero Henry Ramos Allup, Secretario General del partido Acción Democrática y Vicepresidente de la Internacional Socialista.
A la compañera y amiga de la juventud Diana D’Agostino, quien está realizando una gran labor con la campaña humanitaria “Soy solidario”.
Al compañero Bernabé Gutiérrez, Secretario Nacional de Organización.
A los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, y demás compañeros presentes.
II
Para hablar de la obra de un hombre, tenemos que conocer como fue su desenvolvimiento en el contexto histórico, tenemos que expresar su continua vigencia a lo largo del tiempo, mencionar sus virtudes y defectos para resguardar el tesoro de su identidad humana y no asesinar su legado con calificativos mesiánicos.
Rómulo Ernesto Betancourt Bello marcó un hito, un antes y un después en la política de la segunda parte del siglo XX, en Venezuela y la región latinoamericana asediada por el militarismo. Hombre de Estado, hombre polémico, escritor, y tildado por algunos necios de contradictorio.
Una vida dinámica enmarcada por la vocación política hasta su pronta muerte.
Rómulo nace en un país sin cultura de partidos, la noción de éstos estaba vinculada a la perniciosa realidad del caudillismo que en nada tenían que ver con las organizaciones propias de democracias burguesas, esas estructuras desmoronaban el sentido civilista de los mismos, su primer paso en la vanguardia idealista, fue separar el movimiento estudiantil de otras formas de oposición, en diversas acciones que fueron tenaces y en su momento infructíferas.
El temperamento galopante e incansable de un hombre azotado por el grillo, como el mismo lo plasmó: “un grillo que resiente huesos, húmedo, que obliga a hacer rodetes de trapo para atenuar el mordisco del cerco de hierro sobre la carne”, pero forjador de camaradería. Y el exilio en más de una ocasión, exilios austeros, solidarios que fueron orientados a la lucha y organización en contra del autoritarismo.
Es aquí donde el joven Betancourt entiende la necesidad de un partido, con claridad ideológica y un trabajo efectivo con una disciplinada organización.
Desarrollo intelectual y acción, pues razonó coherentemente que la idea en papel es un elemento subsidiario de la acción política, por tanto, ésta debe medirse por los resultados que suscite más que por sus buenas intenciones, como lo explica Alfredo Angulo Rivas en sus comentarios sobre Rómulo Betancourt.
Basado en la idea de no poder ser intelectuales sin partido. Pues, ya en su mente la acción iba dirigida al campo de la política de masas, ya que las masas son una nación desarticulada, vulnerable que sin la existencia de un partido que los constituyera, se abrirían puertas a luchas armadas como única válvula de escape a la opresión y la tiranía, consideraba que esperar actitudes cívicas y gestos ciudadanos de una masa que no tuviese un partido que canalizase el ímpetu de cambio sería completamente inútil.
Después de numerosos intentos, se conforma una idea que convoca “al camisa de mochila, el pata en el suelo, las peonadas de los hatos, los obreros, los dependientes de las pulperías, el pequeño comerciante, el propietario, el maestro de escuela y demás intelectuales”.
Organizar a la totalidad de las clases explotadas, y salir al encuentro con el pueblo, y siendo ya en su visión el partido del pueblo identifica “el con quien estamos y contra quien estamos”.
Basamento para la creación de un partido de orientación democrática y arraigo popular, privilegiando la fuerza de organización de grupos de izquierda para controlar a los camaradas insurrectos alzados en armas, disputando el liderazgo de gremios y sindicatos con el partido comunista, enfrentando ferozmente al autoritarismo militar en cada una de sus latitudes.
Ratificando la idea de señalar a sus adversarios, siendo este partido; antifascista, anticomunista y democrático.
Un partido para “hacer historia” como exclamó en el mitin fundacional de Acción Democrática.
Estableciendo como meta, la expansión masiva “Que no exista un solo municipio, un solo distrito sin presencia del partido, desde las ciudades hasta los poblados”.
Son estos valores los que condenan a este partido a ser el primer objetivo de la cruenta y ominosa dictadura, esto le enseña a Betancourt una dolorosa pero útil lección sobre la necesidad de construir alianzas estratégicas con plataformas políticas en defensa de la democracia.
Esto conllevó al desarrollo de un proyecto internacional, pues entendió que, para la consolidación y perdurabilidad del modelo de Estado democrático, era necesaria mantener e incentivar a la comunidad de democracias representativas del hemisferio.
La doctrina Betancourt regularía las relaciones con los regímenes dictatoriales de otras naciones, al igual que la política de “buenas compañías” fijaría un “cordón profiláctico” alrededor de las dictaduras de izquierda o de derecha.
Estas políticas de pura disposición libertaria le valieron numerosos atentados, pero como hombre de convicciones férreas, llegó a expresar en diversas ocasiones, que no le temía a la muerte, “pero necesito vivir” comentaba.
Pues el delantero de Guatire no nació con la vocación franciscana de “poner la otra mejilla”. “prefiero repetir la invocación bíblica en el libro de los salmos: Gracias te doy, Dios mío, por haberme dado dos manos para pelear”.
Su lucha fue frontal y controversial, llena de sacrificios. Pero ese temperamento no lo privó de reconocer excesos en tantas de sus batallas, hizo innumerables puentes en pro del consenso democrático, cerrando tiempos de hostilidades y conflictos.
Rómulo Betancourt y su Acción Democrática abrieron las puertas a la Republica Civil, arquitecto fundamental del avance socio económico de la Venezuela moderna, pujante, la comprensión de una Venezuela compleja y diversa, el entendimiento de una dinámica política variante, “sin abandonar su naturaleza real de un político de pura raza con visión profunda del Estado” afirmación acertada que hace el Dr. Fernando Egaña. Tal cual lo expresó el Maestro Carrera Damas en su obra “Rómulo Histórico”, o como lo denominaba Manuel Caballero, “Un político de la Nación”.
Su criterio siempre civilista plasmado en las funciones de gobierno, masificando la educación, fundando más de tres mil escuelas primarias y doscientos liceos, haciendo que durante su gestión el presupuesto de educación siempre superara al de las Fuerzas Armadas.
Con discurso sobrio, coherente e integrador que buscaba vencer vicios del pasado que nos coartaban la posibilidad de un desarrollo óptimo como República.
Hoy más que nunca con un mensaje vigente, afrontando el nuevo mundo, las nuevas tecnologías, los nuevos conceptos sociales, debemos mantener la lucha, el fondo y el basamento Betancourista: un partido fuerte, ideológicamente claro, integrador, de masas, democrático y trascender a la republica brindando prosperidad, progreso. Sin distinción de ningún tipo, estamos obligados estimados compañeros a ser Políticos de la Nación.
III
Bibliografía.
Este discurso fue inspirado por el conocimiento y verbo expresado por diversos académicos en publicaciones y artículos de opinión e investigación.
Liscano, J. Gottberg, C. (1978). Vida y acción de Rómulo Betancourt en gráficas. Venezuela: Orbeca.
Jiménez, R. (2016). La lucha por el Liderazgo, El Estadista vs el Político. Venezuela: Libros Marcados.
Rivas, A. (2017). Rómulo vida de apóstata. El Desafío de la Historia. 56,43-47.
Aveledo, G. (2017). La gestación de la Política Moderna. El Desafío de la Historia. 56, 48-51.
Romero, M. (2017). La Dimensión Internacional del Proyecto Betancourista. El Desafío de la Historia. 56, 52-55.
Egaña, F. (2017). La Polémica Necesaria. El Desafío de la Historia. 56, 56-59.
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