Corría 2007 y el presidente Chávez, chequera en mano, estaba expropiando y comprando las empresas que le parecía atractiva para consolidar la transición al socialismo.
En enero de 2007, compró el Banco de Venezuela, la Siderúrgica del Orinoco, las cadenas de Supermercados Cada y Éxitos, todas las empresas de cemento, la Electricidad de Caracas, la Cantv, entre otras. Luego, por razones estratégicas expropió las empresas procesadoras de café, la gigantesca compañía Agroisleña y cuanto frigorífico se encontraba en el camino. Los precios del petróleo estaban en su mejor momento y el fisco tenía abundancia para satisfacer la sed expropiadores del presidente.
Hoy, once años después, todas, absolutamente todas, esas empresas que pasaron a manos del Estado están quebradas.
El Banco de Venezuela sobrevive por el control de cambio y porque sus depósitos se alimentan de la frondosa nómina del sector público. En condiciones de mercado ese banco no es viable.
Pero una revolución que se precie de socialista no podía dejar en manos del imperialismo petrolero el corazón de la economía. Chávez se planteó entonces deshacer los acuerdos que se habían alcanzado con la apertura petrolera de los años noventa y que permitieron inversiones considerables por parte de las trasnacionales petroleras. Expropió los cuatros grandes consorcios que producían petróleo en la Faja del Orinoco y se creó la figura de las empresas mixtas. La mayoría de las trasnacionales aceptaron el nuevo trato, pero dos de ellas optaron por retirarse y exigieron que le pagaran lo que habían invertido. Ellas fueron Exxon y Conoco Phillips. Acudieron entonces al arbitraje y tras un largo proceso, esas empresas lograron que los tribunales donde se dirimen esas disputas, fallaran a su favor por un monto claramente menor al por ellas exigido. Exxon ha tenido una actitud más prudente pero Conoco Phillips ha recurrido a otras instancias para cobrar lo que cree que valen sus activos. A mediados de abril la Cámara Internacional de Comercio dictaminó que Pdvsa debía pagar a Conoco Phillips US$ 2.040 millones en compensación por sus activos expropiados y como Pdvsa no ha pagado esta empresa optó por embargar terminales petroleros propiedad de Venezuela en Aruba y la Isla de San Eustaquio y va por más, quiere tomar también cargueros y la refinería que tiene Pdvsa en Curazao.
De esta manera, una deuda que Pdvsa debe y tiene que pagar se ha transformado en un problema mayúsculo que está estrangulando buena parte de las exportaciones petroleras que se embarcan desde esas islas. Se enfrenta así Venezuela y Pdvsa al siguiente dilema: si no pagan a Conoco Phillips, ésta compañía con seguridad va a embargar las refinerías y se va a apoderar de los tanqueros de Pdvsa o cualquier otro activo. Si paga, como ha dicho que está dispuesto hacerlo, ello va a motivar que todos los acreedores sigan el ejemplo de Conoco Philliops para cobrar lo adeudado. Ello es importante por la cantidad de litigios pendientes por más de US$ 10.000 millones en juicios pendientes y por los pagos atrasados de bonos tanto de la estatal petrolera como la República por más de US$ 2.000 millones.
El punto crítico es que hoy Venezuela no tiene cómo pagar por la irresponsabilidad con la cual se actuó en 2007 y durante el festival de endeudamiento externo que sufrió la nación entre 2007 y 2011 y que tiene hipotecado al país. Chávez murió pero los que azuzaron para que se expropiaran las empresas petroleras y endeudaron al país están vivos y van a tener que responder ante el tribunal de la historia, que tarde llega pero llega. Allí están los videos cuando desde las instalaciones de la Faja del Orinoco se expropiaron las empresas y todos le aplaudían a Chávez aquellas acciones insensatas sin que nadie se atreviera a alertarlo o contradecirlo sobre su inconveniencia. El problema no es Conoco Phillips sino quienes, en aquellos tiempos de locura, nos llevaron a esta situación de quiebra y ruina nacional.
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