El pueblo venezolano no estaría pasando hambre, ni muriendo por falta de medicinas, ni emigrando en masa si contáramos con los ingentes recursos que el régimen ha saqueado en todos estos años de revolución.
En la rutina lóbrega de su campaña electoral, nada diferente por cierto de las campañas de los otros candidatos en cuanto a desánimo se refiere, Nicolás Maduro ha anunciado que después de las elecciones adoptará medidas económicas, se supone que para corregir la catástrofe que han arrojado sobre nuestro destartalado país diecinueve años de régimen chavomadurista. Se deduce, entonces, que las medidas serán ácidas y le generarán todavía mayor impopularidad de la que ya acumula, porque si se hubiese tratado de medidas gratas obviamente ya las habría adoptado como propaganda proselitista para su campaña.
Sin diferencias de ideología o preferencias políticas, todos los economistas a quienes se consulta sobre la tragedia económica de nuestro país, llegan a las mismas conclusiones en cuanto a las medidas que deben adoptarse para corregir este derrumbe hacia el abismo insondable por el que nos viene precipitando el gobierno. La recuperación de la producción primaria de alimentos, la reconstrucción de la quebrada industria petrolera a todos sus niveles, del sistema de generación y distribución de electricidad, de agua potable, las empresas básicas, los servicios de salud y educación, el sistema vial, en fin, todo requiere, además de tiempo, enormes cantidades de dinero, un enorme flujo de recursos de los que carecemos al cabo de estos años de saqueo, corrupción, despilfarro e ineficiencia.
Esos recursos, se sabe de sobra, necesariamente provendrán de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial e inversionistas extranjeros públicos y privados, y para acceder a ellos hay que adoptar obligatoriamente las medidas correctivas de estabilización que ellos mismos ordenan para proveer los flujos que no son a fondo perdido ni a título de donación sino como parte del negocio que hace todo prestamista para ganar con su inversión frente a prestatarios eventualmente maulas que tienen que garantizar el pago. Como en el ámbito internacional nadie le cree ya a un gobierno maula, en default, que no honra ni los intereses de los papeles que emite para conseguir fondos, que debe andar serpenteando por recovecos para eludir embargos y confiscaciones decretadas por organismos internacionales en favor de sus acreedores, es obvio que debe dar garantías reales, garantías materiales, ya no fiduciarias que solo la palabra garantiza, es decir, debe otorgar concesiones mineras, de hidrocarburos y de servicios para poder conseguir recursos. Esto quiere decir hipoteca, desnacionalización, compromisos en condiciones desfavorables que impondrán los prestamistas y pare de contar.
Me informa el versado economista diputado José Guerra, a quien he consultado al respecto, que los regalos petroleros, los gastos en obras públicas y las divisas dados por este gobierno a los parásitos del Alba y países sanguijuelas del Caricom, Cuba a la cabeza, muchos de los cuales maltratan a los venezolanos de la diáspora como si fueran delincuentes, ascienden a unos 27.000 millones de dólares. Ese dineral fue saqueado y sacado primeramente por Chávez para construirse un liderazgo internacional inútil que yace sepultado con su cadáver, pero fue en definitiva pagado por la tragedia del pueblo venezolano y sigue pesando como una infinita desgracia que parece un infortunio de nunca acabar.
Si contáramos con esos recursos no anduviéramos extendiendo las manos como mendigos ante los prestamistas de los mercados internacionales, nuestro pueblo no estuviera emigrando en masa ni mitigando el hambre hurgando en los basureros, ni muriendo de mengua por falta de medicinas, ni sufriendo sed y oscuranas, ni padecería la hiperinflación que corroe segundo a segundo los bolsillos huecos de la gente.
Solo un recordatorio para nuestras frágiles memorias: Venezuela jamás había sido como es ahora ni padecido los males que ha sufrido durante este régimen mientras tanto impune. Venezuela era otra y en el futuro será otra, por más que este gobierno quiera robarse también el porvenir y la esperanza y continúe haciendo lo posible para quedarse aunque sea a costa de la vida de millones de venezolanos.
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