Las noches en comunismo son propiedad de los bajos fondos y de la oscuridad. Eso se nota todavía en algunos países del viejo eje soviético que arrastran las taras del comunismo más prehistórico.
Entre tres y cuatro millones de venezolanos han huido del país en los últimos años, justamente cuando el modelo chavista va tomando más cuerpo de dictadura comunista con todos los elementos, que a la larga acaban con los países y sus ciudadanos. Es Cuba, muestra médica perfecta. Ni más ni menos. Y no quedan muchos ejemplos en el mundo. La vieja Unión Soviética se deshizo totalmente arruinada y revive como Rusia con más capitalismo que el venenoso socialismo. Y desmantelada como una verdadera celda territorial de un montón de países que eran soviéticos a juro.
Hay más. China también la vio clarita y comenzó un proceso de apertura, en el que el capitalismo es la forma natural de vida y desarrollo, pero el férreo control del gobierno se mantiene como estructura sobreviviente del comunismo ancestral. China es ahora la segunda potencia mundial, con crecimientos gigantescos año tras año. Allá no hay ley laboral al estilo occidental. Eso implica mano de obra barata y explotada. Rusia, a estas alturas, es una nación poderosa con cara de neoliberal en muchas cosas, pero también con control duro y cercano del poder central.
Nada que ver con Cuba que es una especie de muestrario de miseria universal, una vitrina de pobreza y dictadura que círculos intelectuales del mundo se han encargado de levantar a hombros como ejemplo de dignidad revolucionaria. Comunismo al fin, lo que hay es pobreza pareja, ruina y unos poderosos dictadores. Y, lamentablemente ese es el modelo escogido por el chavismo para Venezuela. Y van bien. Por eso la gente huye despavorida. Ya se sabe en qué terminará Venezuela en el corto plazo. Ya hay muestras por todas partes. Veamos alguito.
Las calles y avenidas de las grandes ciudades de Venezuela, y con más razón las pequeñas, están muy solas durante el día y tipo cementerio durante las noches. Son oscuras, sin luminarias suficientes. O sin luz frontalmente. Muy poca gente se atreve a salir de noche. Algunos por obligación, pero como ocurre en toda dictadura comunista no hay vida nocturna y si la hay es casi que en privado para la cúpula del régimen. Un estilo de vida tipo vampiro, pero al revés. No hay locales abiertos, no hay a dónde ir. Es muy peligroso andar por ahí. Las noches en comunismo son propiedad de los bajos fondos y de la oscuridad. Eso se nota todavía en algunos países del viejo eje soviético que arrastran las taras del comunismo más prehistórico. Ahora mismo, Venezuela, es así. Noche triste, peligrosa, solitaria, oscura. Mundo de malandros haciendo cacería. Mundo de gente que sale corriendo a su casa antes de entrar en los números fatales del chavismo.
Otra. Los pequeños negocios en Venezuela van quebrando uno tras otro. Zapaterías, sastrerías, lavanderías, quincallas, jugueterías. Caminar de día implica hacer el censo. Quiebra general y los que faltan. Las grandes empresas están boqueando y muchas haciendo maletas o esperando un milagroso cambio de gobierno. Lo mismo pasa en el campo. Usted puede recorrer, si se atreve, kilómetros de carretera y a los lados lo que ve es monte y culebra. O proyectos fracasados del chavismo que produjeron millonarias ganancias ilegales. Parcelas expropiadas, galpones agrícolas abandonados, trenes, puentes, rieles, túneles, canales adicionales y más, absolutamente perdidos. La gran evidencia de cómo opera una cúpula de mando inspirada en el modelo comunista. Desviando riquezas y dólares para sus bolsillos. La gente y el país no importan. Evidente, muy evidente.
Otra señal impelable. El raterismo, la inseguridad, el malandrismo contra la gente decente. Personas que todavía están en Venezuela creyendo que las cosas van a cambiar e intentan trabajar y convivir aunque sea en medio de la miseria. Pero les toca la peor parte del comunismo chavista. Carros parados por falta de repuestos, sin suficiente transporte público, atracados dentro de las busetas, sin poder usar el celular en las calles, escondiendo o guardando cualquier cosa que pudiera significar un atractivo para los malandros, reyes y señores del país. Y si viaja lo roban en las carreteras, en el aeropuerto. Las maletas son el objetivo principal de los malandros en los aeropuertos. Las abren, las rompen, y sacan lo que quieran. No pasará nada. Eso es socialismo chavista. A la vista de todo el mundo. Y sufrido por todo el mundo.
Menos la cúpula roja. Esa está excesivamente normal.
Elídes J. Rojas L. /El Universal
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