Tom Stoppard decía “Si llevas tu infancia contigo nunca envejecerás”, desafortunadamente muchos niños que han vivido en una zona de conflicto envejecieron mucho antes de lo que les tocaba.
Cuando se trata de problemas de gran magnitud, de problemas que involucran a más de una ideología, más de una nación, la gente suele olvidar el elemento del futuro, el elemento que tendrá las riendas de las siguientes generaciones: los niños.
Cuando los grandes poderes de la nación están peleando por sus intereses, cuando no importa quién se vea involucrado, a quién se le destruyan sueños o todo lo que han trabajado por años, por generaciones, la infancia se termina y la educación se limita.
¿Cómo educar a un niño en una zona de guerra? ¿Cómo educarlo al bien cuando la muerte se percibe como algo cotidiano? ¿Qué decirle cuando los pensamientos de los padres se orientan a la supervivencia? ¿Es conveniente quedarse en el país con la esperanza de que pronto todo se resuelva o es mejor dejar esta vida y buscar una nueva oportunidad aunque sea en carácter de refugiado?
Todas estas ideas nos dejan ver que las víctimas más inocentes de estas nuevas modalidades de “buscar el bien” son los niños, los daños causados por los conflictos armados están lejos de ser algo breve, el daño psicológico y emocional es fuerte, los niños se sienten amenazados y en constante riesgo, se preocupan, se retraen. Quienes hemos tenido la fortuna de vivir en un país de paz, como padres sabemos que lo más importante es que nuestros hijos se sientan seguros, desafortunadamente los padres de familia, cuya posición en el conflicto no es de los que toman decisiones o de los que tienen un rol activo, generalmente piensan que no cuentan con las herramientas suficientes para darles este sentir a sus hijos.
Aala El-Khani, doctora en psicología por la Universidad de Manchester, de origen sirio, enfocada a las relaciones familiares y Ted Speaker, dice que lo que más le preocupaba cuando vio por primera vez el conflicto que se desataba en Siria eran todos los niños que corrían llenos de miedo y angustia, esto la inspiró a querer hacer un cambio en el mundo real, un cambio para que los niños que vio corriendo con miedo pudieran crecer con ideas más positivas, no importaba si estaba en la zona de conflicto o en un campo de refugiados.
Al hablar con padres de familia en los campos de refugiados se dio cuenta que ellos pedían ayuda a gritos para poder manejar la situación con sus hijos y no tenían las herramientas necesarias para hacerlo, ellos también fueron víctimas del conflicto, perdieron familiares y tenían miedo, pero querían que sus hijos fueran los mismos de antes del conflicto, niños felices, sin miedo a dormir y a las terribles pesadillas, pedían ayuda para poder tener una vida adecuada, no les importaban los desafíos que estaban enfrentando, querían ayudar a sus hijos.
Aala y su equipo se dieron cuenta que las familias de refugiados estaban lidiando con algo mucho más grande y complicado de lo que ellos podían lidiar, pero esto no fue obstáculo para pensar en ideas creativas para cambiar la situación de los niños, así que su primer paso fue dar información y estrategias sobre lo que, tanto los padres de familia como los niños pueden estar pasando y lo hicieron en las bolsas de pan que son repartidas a cada familia de los campos de refugiados, estos “primeros auxilios psicológicos” demostraron a las familias afectadas que no son olvidadas y que alguien se preocupa por ellos.
Los efectos psicológicos de los conflictos armados no son poco comunes, no solamente está en las organizaciones internacionales, sino en cada una de las personas el poder brindar el apoyo a las familias que lo necesitan, está en cada uno de nosotros el hacer un cambio positivo para el mundo, para que los futuros líderes se preocupen por la educación, la salud y la infancia y no solamente por satisfacer sus intereses personales, porque, vamos a ser realistas, hace más de 7 años comenzó el conflicto en Siria, la que una vez fue cuna de comunidades judías, cristianas y musulmanas, la que una vez fue tan rica culturalmente que su legado se extendió por varios continentes y la que una vez tuvo paz y prosperidad. Los actores protagonistas de este conflicto no han parado porque no han obtenido lo que buscan, por el contrario, lograron que el país memorable, del que nuestros abuelos nos cuentan, sea hoy un país de bombas, caos y destrucción, en el que el bien no se piensa y que vio perder la inocencia de los niños.
Está en cada uno de nosotros, que tenga los medios para llegar a por lo menos un refugiado, decirle que las circunstancias en las que vivieron no los definen como personas y que tienen las herramientas y el apoyo para superar esa situación para convertirse en parte del cambio y hacer para las generaciones que nos siguen un mundo de bien, como la naturaleza del hombre, pues es este elemento en el que no importan nuestras creencias, es el fin que se comparte de manera universal.
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