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"Esa cantidad de presos militares que hay es un indicador de que la procesión va por dentro y cualquier cosa puede pasar. Eso es lo que siempre le hemos dicho a la gente del gobierno: no cierren las vías democráticas porque por algún lado revienta esto y la peor manera es esa" - Foto: Miguel Hurtado / Contrapunto |
Maduro "debería buscar sectores democráticos para salvarse de ese chantaje permanente que tienen algunos grupos militares y que no sabemos cuál puede ser la salida", aseguró
Tres nombres -y tres hombres- con R están en la oficina de Antonio José Ecarri Bolívar en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Acción Democrática, su partido: Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. La historia de esa AD, tan querida como rechazada, puede seguirse en esas tres figuras que hoy acompañan las cavilaciones de Ecarri Bolívar.
El diputado por el estado Carabobo, profesor de la Universidad de Carabobo y vicepresidente nacional de Acción Democrática ve venir un desastre que quiere evitar. Recurre al ejemplo de España para insistir en que es mejor dialogar ahora, que con millones de muertos a las espaldas. Teme que después del 10 de enero de 2019 la tozudez del Gobierno empeore una crisis ya crítica y considera que el mandatario Nicolás Maduro está en manos de factores militares.
La conversación con Contrapunto transcurre un día después de que el debate sobre José Luis Rodríguez Zapatero, exjefe de Gobierno de España, echara sal a una herida ya abierta en el liderazgo opositor.
—¿Acción Democrática defiende a Rodríguez Zapatero? Eso es así como “fin de mundo”.
—No, para nada. Nosotros simplemente tenemos una posición, que siendo la Asamblea Nacional (AN) la única institución democrática que queda, tenemos que defenderla a capa y espada del gobierno y de sus detractores porque es la única institución que queda con credibilidad internacional.
—¿Por qué defender a Zapatero es defender la credibilidad de la Asamblea?
—No, la decisión nuestra fue no votar por el tema de Zapatero ni por ningún otro tema donde no haya unanimidad. Ese Parlamento es de oposición al régimen, y si a esa oposición la fracturamos, entonces vamos a quedar muy mal.
—Pero quedó fracturada el martes.
—Lamentablemente, por algo que no tiene ninguna trascendencia. El que condenes o dejes de condenar a una persona individualmente no tiene ninguna trascendencia, y además estás abriendo otro frente de pelea con un gobierno como el español, que de alguna manera respalda a Zapatero más por razones de estado que por conveniencias personales o políticas. ¿Que te vayas a enajenar la voluntad de alguien que yo sé que acaba de decir que este gobierno es legítimo hasta el 10 de enero? Todo el mundo presumía que el gobierno español era un aliado incondicional del gobierno, y esto acaba de demostrar que no es así.
—Es decir, ¿piensa que es una visión estratégica mantener el respaldo del gobierno de España ante lo que pueda ocurrir en enero?
—Si no tener el respaldo, por lo menos no enajenar su voluntad y empujarlo para el otro lado. Esa actitud del canciller Joseph Borrell, a quien reconocemos como un verdadero hombre de Estado, quien tiene mucho sentido y que ayuda enormemente a la alternativa democrática y a la oposición venezolana cuando dice que no va a reconocer el gobierno de Maduro a partir de enero porque es producto de una elección inconstitucional porque fue convocada por una asamblea nacional constituyente también inconstitucional… Ante esa circunstancia nos parece baladí ponerse a pelear por una individualidad quien además, hablando objetivamente, se ha colocado al lado del gobierno. Pero no es para condenarlo a él, lo que pareciera presumir que eso condenaría también al gobierno de España. Sin embargo, nosotros hicimos esfuerzos para que no se produjera esa decisión dividida (en la AN) porque damos muy mala imagen nacional e internacionalmente.
—¿Queda Acción Democrática como “colaboracionista del gobierno”? Así lo han declarado en las redes sociales.
—El radicalismo que nunca ha funcionado.
—¿Son radicales los que cuestionan a Acción Democrática por esto?
—Sin duda. Además, un radicalismo infecundo, que solamente es palabrero, que no tiene ninguna significación en la práctica. Eso, por ejemplo, de pensar que la salida de Venezuela es una invasión o un golpe de Estado y quien lo anuncia no tiene posibilidades de influir en ninguno de los dos aspectos, no es otra cosa que hablar cosas intrascendentes que no dan ningún resultado.
—¿Tiene relación Acción Democrática con el gobierno? ¿Le interesa a Acción Democrática sostener al gobierno del presidente Maduro?
—Para nada.
—¿Estas cosas, como la división por lo de Zapatero, no sostienen a Maduro?
—Quienes propician la división son los que benefician al Gobierno. Todas esas actitudes que buscan diferencias en la oposición le llevan agua al molino del gobierno. Nosotros no hacemos eso. Lo que hacemos es llamar a la unidad, a una unidad sincera, efectiva, concreta; que no nos unamos simplemente en conciliábulos, sino que lo hagamos en la práctica, en las luchas cotidianas de la gente. Por ejemplo, nosotros, que tenemos mayoría en muchos gremios no hemos sectarizado la lucha; en esas luchas gremiales no llevamos una bandera blanca. Estamos todos unidos en torno a un propósito común.
—¿Y por qué le parece que en los gremios sí se logra la unidad contra el bloque gubernamental y no se logra en lo político? Porque AD se retiró de la MUD y se acabó la MUD, ¿o no es así?
—Claro, con esa argumentación nos retiramos de la MUD, no podía ser que nos solazáramos aquí en Caracas en reuniones interminables sobre temas burocráticos, mientras afuera el país se cae a pedazos.
—Usted habla de la creación de un nuevo CNE como condición sine qua non para la elección presidencial o general. ¿Cómo debería ser un CNE que satisfaga a todos?
—Debe ser un CNE equilibrado, que tenga participación paritaria de gobierno y de oposición. Nosotros tenemos el ejemplo de un Consejo Supremo Electoral que funcionó durante 40 años, donde había representación de los partidos más dotados, incluso había representación de las minorías y había un presidente que se escogía de mutuo acuerdo, normalmente un independiente, sin participación política objetiva.
—Pero todo eso nos trajo hasta aquí.
—Porque yo creo que aquí se cometió un gravísimo error de algunos sectores, sobre todo de la sociedad civil, que empezaron a decir que el CSE no debería tener representación de los partidos sino de las organizaciones civiles, y eso lo tomó el gobierno de una manera truculenta para llevar gente que supuestamente no eran militantes de partido pero eran propuestos por organizaciones afines al gobierno. Terminó siendo Jorge Rodríguez un candidato independiente del CNE y llegó a ser presidente, por ejemplo. Eso es lo que le ha restado credibilidad al árbitro electoral, y por eso la gente no quiere ir a votar. La decisión de si ir o no a otra elección no depende de un partido político. Si nosotros decimos “vamos a votar” la gente no nos acompaña si no ve que hay un árbitro electoral confiable, porque la gente no quiere que su voto se pierda.
—¿Cómo llegar a un árbitro electoral confiable? Usted habla de paridad entre gobierno y oposición pero, ¿quién designa esos marcianos que estén dispuestos y sean creíbles para todo el país?
—Lo debería designar la Asamblea Nacional como lo establece la Constitución, pero de común acuerdo en una negociación porque, por ejemplo, el que es postulado por el Poder Moral por supuesto que siempre va a ser afín al gobierno, pero si hay un convenio es para producir un Consejo Electoral que le dé confianza al elector. Que los electores entiendan que hay un árbitro que va a respetar la voluntad popular.
—Esto implicaría una negociación en el seno de la Asamblea, pero el gobierno no la reconoce, el TSJ considera que está en desacato. Entonces, ¿cómo se destranca eso?
—Con un acuerdo político.
—¿Y cómo se llega a ese acuerdo político?
—A ese acuerdo se llega cuando la oposición esté unida con los aliados internacionales, cuando coincida con lo que los aliados internacionales están pidiendo. Y eso es perfectamente posible que ocurra porque nosotros seguiremos impulsando la política de la sensatez, que creemos que va a triunfar en definitiva como ocurrió en el 2015.
—¿Pero quién los sienta? ¿Quién hace que el TSJ levante el desacato, que la Asamblea ceda el espacio?
—Como debe ser, la sensatez termina imponiéndose como ocurrió en el 2015. Tú puedes argumentar a favor del radicalismo, porque en definitiva eso no tiene futuro; como decía Betancourt, la demagogia tiene patas cortas. La gente se va dando cuenta de que eso no da resultados: Si no llega la invasión, si no viene el golpe de estado, ¿qué ocurre? La gente se dará cuenta de que el camino es electoral, ahora, ¿cómo llegar al camino electoral? Presionando al gobierno para que de concesiones. Si eso no se logra y el gobierno no da concesiones y se va a eternizar en el poder.
—¿Cuáles son las concesiones que debería dar el gobierno, pensando en esa ruta que está trazando: un acuerdo político, un nuevo CNE, elecciones generales y la libertad de los presos políticos?
—Eso es sine qua non. Yo creo que el gobierno se va a ver obligado porque la situación económica del país y la presión internacional lo van a llevar a hacerlo. Ahora, si anda en una política suicida, se va a caer por cualquier vía. Nosotros proponemos la vía electoral porque no tenemos armas, pero estamos en América Latina y el gorila acecha dentro de la propia Fuerza Armada. Esa cantidad de presos militares que hay es un indicador de que la procesión va por dentro y cualquier cosa puede pasar. Eso es lo que siempre le hemos dicho a la gente del gobierno: no cierren las vías democráticas porque por algún lado revienta esto y la peor manera es esa.
—¿El gobierno tiene que sentirse obligado a hacer una negociación política? La oposición no es una amenaza ahorita. Es decir, puestos sobre la mesa: ¿Qué tienes tú y qué tengo yo?
—Pero la situación del país les tendría que importar, porque va a llegar un momento en el que, si se mantiene esta política, después de enero, el bloque internacional va a quedar de una manera que el bloqueo a Cuba va a ser una cosa intrascendente. Este va a ser peor que el de Cuba porque ese fue solo de los Estados Unidos, pero hoy la Unión Europea, Estados Unidos, México, el Grupo de Lima, el Parlamento, es decir: todos contra Maduro. Entonces, tienen que racionalizar su política. No solo depende de la fortaleza o debilidad de la oposición, sino de la realidad nacional e internacional que los agobia. Este es un gobierno que está en el suelo y tiene que entenderlo así.
—Pero la oposición parece estar en el suelo también.
—La oposición no está en el suelo porque la oposición no se expresa solo en los partidos políticos. La oposición se expresa en que, en todos los sondeos de opinión, más del 80% de los venezolanos están contra el gobierno. El gobierno tiene un respaldo cada vez más pequeño.
—Pero la oposición tiene un rechazo también.
—Pero quienes están en el gobierno son ellos y son quienes tienen que tomar decisiones, las decisiones más gruesas. Esa locura de pretender reformar la Constitución es una involución absoluta. Hay que recordar que esa Constitución, cuando Chávez la sometió a referéndum y fue rechazada, se convirtió en la Carta Magna de todos los venezolanos, hasta de quienes nos habíamos opuesto a ellos en el año 99. Entonces, esa Constitución la tenemos que defender todos. Yo estoy casi seguro de que el gobierno no se va a someter a un referéndum porque sabe que va a salir aplastado.
—¿Qué cree usted que va a ocurrir? ¿Que se firmará y se instalará?
—Yo creo que no la van a someter a referéndum, pero si la someten hay que salir a votar contra ella.
—Pero Acción Democrática ha llamado a no votar y ahora hay unas elecciones municipales y lo mantiene. ¿No es incongruente?
—No, porque nosotros no somos participacionistas absolutos ni abstencionistas permanentes. Se trata de algo demasiado grueso: la Carta Magna. Allí tenemos que salir a negarla, porque ahí sí es verdad que todas las instituciones se derrumban y se cierran todos los caminos democráticos y ya la salida del régimen solo dependerá del gorila al acecho o de una insurrección popular, porque aquí la cosa es muy grave. De cualquier manera va a caer porque esta situación es muy grave.
—¿Usted le pondría fecha a esa partida de defunción del gobierno?
—No, sería una irresponsabilidad de mi parte, pero se ve a muy corto plazo porque el gobierno no hace esfuerzos para cambiar su política económica, ni su política, política. Si no cambia la política económica y mantiene esa política de distanciamiento de todos los gobiernos del mundo, es un gobierno fallido, sin futuro.
—Volviendo al escenario del 9 de diciembre, ¿no es una oportunidad perdida?
—El problema con las municipales es que a nosotros el gobierno nos impide participar, no hay condiciones. De manera inconstitucional e ilegal nos quitaron la tarjeta.
—¿AD es un partido ilegalizado el día de hoy?
—Estamos ilegalizados en este momento y eso que tres veces hemos revalidado el partido. La ley establece la posibilidad de inhabilitarte cuando dejas de participar en dos elecciones presidenciales; nosotros hemos dejado de participar en una sola, y arbitrariamente la ANC nos ilegalizó.
—Entonces AD está ilegal. ¿Cómo votarían por el no? ¿Llamarían a votar por el no?
—Para eso no se necesita tarjeta, y AD llamaría a votar por el No con toda la seguridad.
—En un artículo suyo que leí en estos días hablaba de los errores de otros sectores diferentes de la izquierda. ¿Cómo los llamaría usted? ¿Sectores de derecha? Usted no usa el término derecha, por eso se lo pregunto.
—No uso el término derecha porque eso está muy complicado. Yo veo más gente de derecha en el gobierno que en la oposición. El enriquecimiento vulgar de algunos personajes no puede ser de izquierda y por eso digo que no entiendo cómo es que el gobierno revolucionario cubano produce una enmienda para avanzar, mientras esta gente pretende hacer una reforma constitucional para retroceder. Por eso digo que no se trata de un tema de izquierda o derecha. El tema es la irracionalidad e insensatez de una gente que quiere seguir gobernando a juro, utilizan la ideología como excusa para seguirse enriqueciendo, olvidándose de las necesidades de la gente y eso es una cosa grotesca.
—Si la nueva Constitución, si es que la va a haber, no va a referéndum, sino que el presidente Maduro la impone, ¿qué va a hacer Acción Democrática?
—Saldremos a la calle a protestar contra esa Constitución porque sería el peor retroceso.
Para Ecarri es un contrasentido que Cuba intente impulsar la economía de mercado mientras en Venezuela, en su criterio, ocurre lo contrario. “El único país que está en este momento rechazando las inversiones y espantando los capitales es Venezuela”.
—Pero el discurso de Maduro es que los capitales vengan. ¿Usted dice que los espantan por la vía de los hechos?
—Por la vía de los hechos, porque si dices eso pero vas a reformar la Constitución para acabar con el Parlamento nacional y, supuestamente, llegar a establecer un régimen conculcador de la economía de mercado, eso espanta los capitales. Además, esas medidas que se toman expropiando empresas, confiscándolas sin pagar ningún tipo de indemnización, ese tipo de cosas hacen que se froten las manos los países cercanos porque los capitales se van para allá.
—¿Qué le parece lo paradójico, que siendo Cuba mentor del gobierno venezolano, este insista en algo que Cuba está dejando atrás?
—Exactamente. Aquí están haciendo lo contrario de lo que están haciendo los cubanos, que se dieron cuenta de que ese régimen no tiene futuro, no tiene salida y están haciendo lo correcto. Lo paradójico es que este gobierno que se dice seguidor del régimen cubano esté haciendo exactamente lo contrario. Es una paradoja irracional, que no tiene sentido. ¿Cómo se puede imaginar uno que las señoronas del régimen, que andan con sus carteras Gucci de última moda, vayan a estar a la izquierda de las campesinas cubanas o de las vietnamitas que volvieron a la sensatez e hicieron un régimen totalmente alejado de la planificación central y del estatismo?
—Usted planteaba que hay sectores insensatos que están en este momento en la política. ¿Esa política está marcada por los insensatos ahora?
—Hay radicalismos infecundos en los dos lados, tanto en el gobierno como en la oposición y eso es muy lamentable. Esos radicalismos no deberían tener éxito, porque cuando lo han tenido el resultado es la guerra, es sangre, es muerte, es dolor, es diáspora; los ejemplos históricos sobran. Durante la Guerra civil española, los sensatos que llamaban a la cordura, a los acuerdos políticos como Indalecio Prieto y muchos otros fracasaron porque se impusieron los radicales, pero después de 40 años de una dictadura y un millón de muertos, los mismos protagonistas del radicalismo vinieron a sentarse para buscar una transición
—¿Cómo evitar eso?
—Eso es lo que plantea Acción Democrática: sentarnos antes de que ocurran los muertos, pero para eso se requiere de sensatez de los dos lados. El gobierno también es el primer responsable porque es quien tiene el sartén por el mango.
—Pero vamos a tomar las palabras del presidente Maduro. Él está llamando al dialogo, ¿qué pasa con ese llamado al diálogo que lanza?
—Nosotros estamos de acuerdo con el diálogo, lo que pasa es que no puede ser un diálogo con turbulencia, para correr la arruga, para ganar tiempo y no sueltan nada.
—¿Cuál sería el gesto que usted como dirigente de Acción Democrática vería como de buena voluntad del gobierno?
—Vitales: la libertad de los presos políticos y la reforma del CNE y permitir la ayuda humanitaria.
—Esos serían los prerrequisitos para sentarse. ¿Si esto no se cumple la oposición no se sienta a dialogar?
—No tiene sentido, ¿para qué? ¿Para tomarse una foto con ellos?
—¿La liberación de presos políticos sería una amnistía general?
—Sí.
—Y, ¿qué da la oposición a cambio? Porque si yo fuera representante del gobierno diría “ustedes me están pidiendo todo y, ¿qué me van a dar?”.
—Viabilidad democrática.
—Pero el gobierno puede seguir gobernando como está.
—Pero las consecuencias son gravísimas.
—Puede decir que no le importa.
—Bueno, ya eso es su responsabilidad, nosotros llegamos hasta donde podemos. Presionamos nacional e internacionalmente para que haya democracia, para que la salida sea democrática. ¿Qué les vamos a dar? Vamos a ver, no se sabe, yo creo que una de las cosas en las que deberían estar pensando en el Gobierno es en cómo sobrevivir en la oposición, y eso se hace en democracia. En ningún otro régimen se puede sobrevivir.
—¿Usted ve a quienes gobiernan hoy viviendo en Venezuela y siendo oposición?
—No les queda otra.
—¿O los van a colgar de un poste?
—Eso es precisamente lo que deberías evitar, porque las vías distintas a la democrática son las que pueden colgar la gente. Nosotros no queremos eso, no creemos en eso y por eso propiciamos la salida electoral y democrática.
—Usted habla del temor del gorilazo, que siempre está allí como amenaza, pero antes del gorilazo hay unas cosas y es lo que está pasando en el sur del país con la presencia de grupos irregulares y lo que ha pasado con la Fuerza Armada. ¿Usted ve descontento en la Fuerza Armada? Porque hay una Fuerza Armada que está con Maduro.
—En situaciones como esta la Fuerza Armada no es una isla paradisíaca distinta al resto del país. Las mujeres de los militares van al supermercado, los hijos van al colegio y constatan la realidad. Allí hay tanto descontento como en el resto de la población; ahora, que no se pronuncien, es otra cosa, porque ese es un tema ya más complicado. Precisamente ahorita estoy escribiendo un libro sobre el militarismo, lo voy a titular “Del cesarismo democrático al gendarme innecesario”. Recuerda que Vallenilla Lanz hablaba del gendarme necesario y fue necesario en el siglo XIX porque no nos quedaba alternativa: eran los patriotas que venían de ganar la guerra y se creían dueños del país y envejecieron en el poder. Pero, ¿cómo es posible que después de 40 años de vida democrática, en el siglo XXI volvamos a ser dirigidos por un gendarme que es absolutamente innecesario ahora?
—Pero si Chávez ya no está, ¿quién es el gendarme ahora?
—Maduro es un preso de los militares, que son quienes manejan el poder
—¿Usted realmente lo cree?
—Claro, allí hay una lucha sorda entre militares y civiles, y ojalá predominen los civiles, porque los militares cuando predominan toman las cosas a muerte porque la concepción militar es que no tiene adversarios sino enemigos, y a los enemigos hay que extinguirlos.
—Pero si usted dice que Maduro es preso de los militares la oposición más bien debería salvarlo. ¿Es una broma?
—Es que en serio: él debería buscar sectores democráticos para salvarse de ese chantaje permanente que tienen algunos grupos militares y que no sabemos cuál puede ser la salida, porque si se sienten necesarios, sienten que son los que tienen la razón y la verdad en sus manos, no les queda otra alternativa que asumir directamente el poder y prescindir del civil.
—Pero lo que usted está planteando es una cosa muy delicada, porque según esa visión la FANB es una cosa como rasgada, como cuando uno agarra una tela y la rasga. ¿Usted lo ve así?
—Claro, es que objetivamente es así porque unos militares conocen la realidad de lo que está pasando, no están de acuerdo, en su gran mayoría y hay una minoría que usufructúa las bondades del régimen y por eso lo mantienen y lo tienen, de alguna manera, bajo chantaje permanente a Maduro. Él es el que debería estar, en vez de estar obedeciendo a ese chantaje, abriéndose a los sectores democráticos para buscar una salida democrática a la crisis. De lo contrario, lo que puede resultar es precisamente que triunfe ese gorila que siempre ha estado al acecho en todos los gobiernos de América Latina.