domingo, 3 de septiembre de 2017

La guerra de Rómulo Betancourt contra Fidel Castro - Antonio Sánchez García

Entrevista por Enrique Meléndez

–¿Cómo ve usted las amenazas de Donald Trump?

–Trump es un bravucón. De manera que tomo esas amenazas como lo que son. Amenazas mediáticas; trasmitidas por Twitter. Así represente de hecho una voluntad de enfrentamiento con la dictadura de Nicolás Maduro. Lo que a mí sí me parece importante es que luego las haya manifestado contando con el respaldo de Rex Tillersson y del Pentágono.

-Es muy importante destacarlo porque aquí hubo quienes insistieron en ver una doble política del gobierno frente a Venezuela: por una parte, la de Trump que plantea un enfrentamiento frontal contra la dictadura; por otra parte, la del Departamento de Estado que sería más bien conciliadora. Pues se ve que esa declaración, dada en presencia de Tillersson, demuestra una unanimidad de propósitos. Estados Unidos ha reconocido en la dictadura, yo diría castro comunista venezolana, y más que una dictadura, una satrapía, una colonia de Cuba, el inmenso peligro que representa para la región. Puesto que se trata de un gobierno forajido y narcoterrorista.

Es lo que destacan todos los analistas políticos norteamericanos: la presencia de Hezbollah, la presencia del ISIS y, al mismo tiempo, el poder de importantísimos grupos narcotraficantes en el seno del gobierno de Nicolás Maduro. De manera que se trata de una

Ahora bien, me interese destacar más que la amenaza de Trump, la respuesta unánime de todos los gobiernos de América Latina que, en lugar de analizar la presencia concreta, real y no la amenaza sino la dominación de Venezuela por Cuba, desatienden, por decir lo menos, la presencia de miles de soldados y funcionarios cubanos en el control material político, ideológico del gobierno venezolano por la tiranía cubana.

–¿Cómo explicar el hecho, incluso, de que muchos analistas venezolanos hablan del imperialismo norteamericano y, no obstante obvian la presencia cubana?

–Porque están entrampados, como todos los latinoamericanos, en esa vieja consigna que proclamaba a los cuatro vientos “Cuba sí, yanquis no”; que visto desde esta perspectiva, tras sesenta años de haber sido formulada, significa que los cubanos sí pueden intervenir, directa o indirectamente, sobre todos los gobiernos de América Latina, como si fuera un feudo del castrismo, que interviene o intenta dominarlo a través del Foro de Sao Paulo, para decidir el futuro de la región e imponer un sistema castrocomunista en América Latina ante la pasividad y la anuencia incluso de los sectores de la derecha latinoamericana. Pero los estadounidenses no tienen derecho a poner un dedo sobre la región. El resultado es trágico: la espantosa devastación de Venezuela por parte de Cuba ante el silencio y la complicidad real del hemisferio; mientras Estados Unidos abre sus puertas a los venezolanos que se ven obligados a huir de esta pesadilla.

Revisando papeles del legado de Rómulo Betancourt, Alfredo Coronil Hartman, su hijo político, ha encontrado unas opiniones expresadas por Rómulo Betancourt en 1972, en las que el fallecido ex presidente señalaba el inmenso peligro que significa para el área del Caribe, en primer lugar, pero también para América Latina, el imperialismo cubano; el afán injerencista de los cubanos, señalando que era necesario organizar un ejército multinacional de países amenazados por Cuba, para hacerle la guerra a Castro sobre el terreno. Recordando que una cosa es atacar países inermes y otra cosa es pretender apoderarse de países armados. Escribió de su puño y letra: “Lo que sí quiero decir, lo diré aún más claro. Si el régimen de Castro continúa en su política de agresión a Venezuela y otros países del Caribe, llegará el momento en que los gobiernos de esos países concierten una acción conjunta de sus fuerzas de aire, mar y tierra para hacerle la guerra a Fidel Castro, a sus 300.000 milicianos y a sus asesores militares soviéticos." 

Digamos que la propuesta de Trump de abrir la posibilidad de emplear la fuerza para derrotar a la dictadura castrocomunista cubana que oprime a Venezuela, de alguna u otra forma, retrotrae a una idea muy trascendente que tuvo Rómulo Betancourt hace 45 años: hacerle la guerra a Cuba, así como quisieron hacerlo Sucre y el propio Libertador cuando veían que esa isla, que no tuvo la más mínima participación en el proceso independentista, seguía siendo la plataforma privilegiada del imperialismo español. Ante lo cual dijo Sucre: si es necesario deberemos invadir Cuba, y quitársela a los españoles, para incorporarla a los países independizados, libres de la América Latina. Y si eso no fuera suficiente, debemos prepararnos para invadir España.

Esa es la profunda diferencia entre Bolívar y Sucre, que hubieran querido invadir, aplastar y liquidar la presencia española en Cuba, y este régimen, que se reclama de Simón Bolívar, pero se ha entregado de rodillas a una tiranía, como la cubana, permitiendo la devastación de nuestra patria.

–Hasta ahora ha sido calificada de torpe la diplomacia estadounidense en la América Latina, ¿cómo enjuicia usted la gira que ha hecho Pence, vicepresidente de Estados Unidos, por algunos de los países de la región?

–La gira de Pence demuestra el enorme interés que ha despertado para el gobierno actual de Estados Unidos la situación de América Latina. Algo que no mostraron ni Clinton ni muchísimo menos Barak Obama. Se han interesado la Casa Blanca y el Departamento de Estado por consultar las opiniones de los distintos gobiernos de América Latina en función de conjugar una política común, colectiva de las democracias de la región que permita resolver esta crisis gravísima; que para el gobierno de Estados Unidos de hoy es tan grave como la del Medio Oriente.

De torpe no tiene nada más que los términos poco diplomáticos, que afectan y duelen a algunos opinadores, que al parecer, prefieren esa colonización salvaje y devastadora pero discreta, silenciosa, oculta, solapada de los cubanos. Y te quiero decir lo siguiente: los diplomáticos cubanos sostienen con todo descaro que no tienen nada que ver con lo que pasa en Venezuela. Se lo han dicho a amigos míos de los distintos partidos de la MUD, que se han entrevistado con ellos; quienes cuando escuchan el tema dicen: “pero, por qué nosotros, si no tenemos nada que ver con Venezuela”.

Lo mismo le dijo el Papa a Parolín, su Secretario de Estado; quien tiene una posición mucho más frontal que Bergoglio, respecto del caso cubano y respecto del caso venezolano. Que no se metiera con Cuba, que los cubanos no tenían nada que ver con lo que pasa en Venezuela. Es decir, hay manifiestamente una situación esquizofrénica de los gobiernos de la región y del Vaticano, que se niegan a reconocer que Venezuela le regala 5.000 millones de dólares al año y 100.000 barriles de petróleo diario a los cubanos; que los cubanos controlan hasta la identidad y el derecho a tener una cédula de identidad y un pasaporte a los venezolanos; así como las notarías y todos los instrumentos del poder, en primer lugar el control de sus fuerzas armadas. Que manejan Pdvsa y todas las relaciones internacionales, y deciden lo que se hace o no se hace en Venezuela; como, por ejemplo, la convocatoria perversa y, completamente, anticonstitucional, a una Asamblea Constituyente y el fraude descomunal, único en la historia universal, que vivimos en 30 de julio. Son los ejes de la dictadura: las FANB y la Constituyente.

No obstante arman un tremendo escándalo cuando Trump dice que hay que considerar también la fórmula militar entre otras fórmulas de solución de esta crisis, que debe ser resuelta con urgencia. Me recuerdan la pusilanimidad de los apaciguadores frente al canibalismo hitleriano.

–En consecuencia, ¿la historia le dio la razón a Rómulo Betancourt, a pesar de todos los calificativos denigrantes, que le endilgaron, precisamente, por sus posiciones antifidelistas?

–Betancourt fue el único político venezolano, y muy posiblemente latinoamericano y mundial que comprendió desde el primer momento la inmensa gravedad que suponía para la estabilidad regional y hemisférica el poder de Cuba en manos de un chantajista violentista e inescrupuloso como Fidel Castro. Esa reunión que sostuvieron ambos en febrero de 1959 en Caracas, le aclaró a Betancourt la perspectiva para Venezuela y la región contando con ese gánster, con ese aventurero que acababa de hacerse del poder absoluto y total en una isla del Caribe, de inmensa importancia geoestratégica dada su proximidad con La Florida. Y su disposición, como quedó claro durante la crisis de los misiles en 1962, de lanzar incluso un ataque nuclear contra Estados Unidos. Así el resultado fuera el hundimiento de la isla. Copiaba al dedillo la visión apocalíptica de Hitler, quien afirmara que preferiría la desaparición de Alemania si los alemanes no se mostraban a la altura de sus ambiciones.

Se negó a regalarle petróleo, porque ni era suyo ni tenía porqué hacerlo, y se negó de plano a entrar en una alianza antinorteamericana, que a Rómulo no le parecía en absoluto conveniente a los intereses de América Latina. Desde ese momento asumió una política de enfrentamiento con Castro derrotándolo en todos los frentes.

En el frente político, en primer lugar, cuando enfrentándose al boicot propiciado por Castro, el Partido Comunista y el MIR en el año 1962 logró una participación electoral de más de 90% de los venezolanos. No hubo boicot ni hubo abstención. Hubo un respaldo masivo a las posiciones democráticas y republicanas de Rómulo Betancourt. En segundo lugar, diplomático, cuando en el encuentro de Punta del Este, terminó por marginar a Cuba de la comunidad de naciones latinoamericanas, estableciendo la doctrina que lleva su nombre y vetaba toda relación de las democracias latinoamericanas con cualquier régimen dictatorial, del partido y color que fuera; y, en tercer lugar, y lo que más le dolió a Fidel Castro, en el terreno militar cuando él y Raúl Leoni vencieran sobre los campos de la guerra de guerrillas en todos sus frentes a sus mejores generales. Como Arnaldo Ochoa Sánchez, Raúl Menéndez Tomassevich, Ulises Rosales del Toro y otros.

Todo el mundo, por cierto, destaca y mistifica “la hazaña del Che Guevara” en Bolivia; cuando ese frente era una condena al fracaso. Fidel Castro puso toda la carne en el asador de Venezuela, porque sabía que con el petróleo venezolano conquistaba a América Latina, y conquistando a América Latina, podía vencer a los norteamericanos, su propósito vital. En Bolivia lo único que hizo fue liberarse del estorbo que le representaba el Che Guevara frente a la Unión Soviética dado su talante trotskista, incluso maoísta y antireformista. Sobre todo anti soviético del Che.

Pero el verdadero interés de Fidel Castro estuvo siempre en Venezuela, donde fue derrotado por Rómulo y por quienes le siguieron, con todos los hierros. Al frente de unas fuerzas armadas que no estaban entregadas a tartufos, traidores, corruptos y narcotraficantes. Unas fuerzas armadas auténticamente patrióticas. Hoy desaparecidas del mapa venezolano, corrompidas hasta la médula de sus huesos bajo el maquiavélico influjo de Fidel Castro.

De manera que más razón que la que ha tenido Betancourt imposible. Y más equivocación que la que hemos tenido quienes entonces odiábamos a Betancourt, también imposible. Y debo recordarte que lo ha dicho recientemente Mario Vargas Llosa, quien ha reconocido que Betancourt tenía una inmensa razón, y que ninguna teníamos quienes lo considerábamos un demonio. 

Rómulo Betancourt ha sido el político más brillante que ha tenido Venezuela en toda su historia, y se echa de menos hoy, cuando unos tartufos, prestos a traicionar a sus antecesores por ambicionar la presidencia, desconocen su verdadero legado. Y su amor patrio. El verdadero legado de Betancourt se condensó en tres elementos: primero, salir de Pérez Jiménez por las buenas o por las malas, como se lo escribió a Carlos Andrés Pérez y a Pérez Dupuy en mayo de 1957; segundo, implantar la democracia liberal en Venezuela: y tercero, que es la que te estoy revelando en exclusividad: la disposición consignada en sus escritos inéditos de 1972 a organizar un ejército multinacional para enfrentarse a la tiranía cubana armas en mano. La muerte dejó trunca esa disposición patriótica y nacionalista. Para desgracia de la región.

–¿Qué le parece a usted la actitud opositora de la MUD?

–La MUD representa una unidad ficticia, carente de todo contenido doctrinal y de otros propósitos que no sean los de enfrentarse al régimen, si bien única y exclusivamente en el plano electoral. Pero, por sobre todo, carece de una visión estratégica. Los partidos que controlan la MUD, prácticamente sin exclusión, se han negado a reconocer el carácter dictatorial, protototalitario del régimen dominante, e insisten en creer que el de Chávez antes y el de Maduro ahora no han sido más que malos gobiernos. Perfectamente derrotables electoralmente. Eso en primer lugar. 

En segundo lugar, su dirigencia carece de una concepción del Estado; carece de un conocimiento de la naturaleza, no sólo de todo Estado, sino en particular de este Estado dictatorial y por eso creen que el Estado y la nación como tal son la mera conjunción de trozos, de pedazos, una especie de puzle carente de cerebro y cohesión internal. Creen que el Estado es la sumatoria de pedazos, y que si uno tiene esos pedazos, y los conquista, tienes el Estado. No saben que el Estado es infinitamente más que la mecánica y aritmética sumatoria de sus partes. 

El Estado es, como diría Hegel, el espíritu de una nación. El Estado es la esencia de una República y, por lo tanto, lo que hoy está en crisis en Venezuela no son pedazos, es el corazón mismo de nuestra República. Conquistando el control formal de sus pedazos, tú no conquistas el corazón. Cuando tú le cortas una pierna a un cuerpo, no por eso tienes el cuerpo. La esencia de un cuerpo es el corazón y el cerebro, y el corazón y el cerebro de este estado forajido nunca han sido enfrentados por una clase política mendaz, incapaz e ignorante; pero, sobre todo, mediocre; como la que manda hoy a través de la MUD a votar con la esperanza de que conquistando esos pedazos que ellos llaman “espacios” tendrán el corazón de la República nuevamente en sus manos. No saben que así los conquistaran todos, tendrían cascarones vacíos. Un artilugio absolutamente inconstitucional como la ANC puede liquidarlos de un solo zarpazo. Apoyada en las armas. Pero los ejércitos no van a elecciones. Se los vence, se los conquista o se los quiebra. Y mientras este esperpento tiránico cuente con el respaldo irrestricto de las fuerzas armadas, ese esperpento dominará sobe la república que hace doscientos años fuera liberada por Bolívar. Todo lo demás es ignorancia, o cuento chino. 

Visto desde el punto de vista filosófico hay dos visiones enfrentadas de la crisis venezolana. La visión estructuralista, mecanicista, aritmética, de bolichero de la dirigencia de la MUD, y la visión dialéctica, hegeliana de la situación que posee el régimen dominante, seguramente, por la influencia a través de los Castro y la superestructura de la Revolución Cubana del pensamiento de Hegel y de Marx. 

La oposición cree que el Estado es la sumatoria de pedazos, y que conquistando esos pedazos, que la oposición llama “espacios” va copando la totalidad. En cambio, el régimen sabe perfectamente que para poseer un Estado, hay que poseer su esencia, su corazón, y esa esencia, ese espíritu se llama Poder. Ellos siempre han luchado por poseer el Poder, por mantenerlo y acrecentarlo. Nosotros siempre hemos luchado por los trozos de ese mecano. El Estado no es un Golem, un mecano. La República es un ente vivo, un ente con inteligencia, con cultura, con espíritu y tradición, y lo que hemos perdido en estos 18 años es, precisamente, eso: el espíritu de la República, fundada por quienes supieron que se luchaba por el poder y no por una alcaldía, por una gobernación. Es la esencia de nuestra tragedia. 

Rómulo plantea una coalición para la guerra 

Lo que sí quiero decir lo diré aún más claro. Si el régimen de Castro continúa en su política de agresión a Venezuela y otros países del Caribe, llegará el momento en que los gobiernos de esos países concierten una acción conjunta de sus fuerzas de aire, mar y tierra para hacerle la guerra a Fidel Castro, a sus 300.000 milicianos y a sus asesores militares soviéticos. Los pueblos y gobiernos democráticos no son bélicos, pero pelean cuando se les agrede, como peleó la India del Pandit Nehru cuando su país fue agredido por la China de Mao. No es una perspectiva agradable ni deseable la que se avizora, pero entre las previsiones de los gobiernos y pueblos del Caribe y Centro América debe contarse con una coyuntura futura de una acción militar conjunta para ponerle cese a la exportación a la exportación desde Cuba de profesionales del terrorismo y de alijos de implementos bélicos. Llegada esa oportunidad de paralizar la acción perturbadora del régimen de Cuba sobre la zona americana de su más cercana vecindad geográfica apreciarán los dictadores de La Habana que no es lo mismo dominar con tropas y policías numerosísimas a un pueblo inerme que vérselas con pueblos también armados…

Rómulo Betancourt, 1972.

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