Esta frase, "Prefiero una libertad peligrosa a una esclavitud tranquila", era pronunciada por el Libertador Simón Bolívar en su Venezuela natal y, tras muchos años después, sigue teniendo enorme vigencia.
Ahora, casi doscientos años más tarde, desde que Simón Bolívar libertara a Venezuela y la indfependizó, seguro que los venezolanos le añorarán como nunca antes lo habían hecho. Como él confesara, posiblemente, su libertad, la que logró para su pueblo pudiera parecer peligrosa y, no me cabe duda que lo sería puesto que, sus acciones, amparadas por sus logros, podrían acarrarle serios problemas. Sin embargo, esa libertad que Bolívar promulgara y que, a su vez, lograra para su pueblo, al precio que fuere, siempre era mejor que la esclavitud tranquila porque, dudo mucho que, por mucha tranquilidad que haya, jamás ningún esclavo puede sentirse feliz.
Ahora, aunque el idiota ded Maduro se empeñe en decir lo contrario, el pueblo venezolano no goza de libertad y, lo que es peor, su dictador, disfrazado de demócrata al uso, en un país inmensamente rico como Venezuela, ni tiene tranquilidad, ni libertad y, lo que es peor, apenas pan. Ha corrido el tiempo y, doscientos años más tarde, si volviera a nacer Simón Bolívar y viera la situación en la que está sumido su país, con toda seguridad que cogerías las armas; recordemos que, el mundo está en constante progreso y, Venezuela, por recursos naturales y propios, tiene derechos más que suficientes para situarse a la cabeza del mundo civilizado puesto que, esos recursos de que hablo, son el arma potente que les puede situar en un lugar de privilegio respecto a otros países Hispanoamericanos.
La política, como mal necesario para la sociedad en que vivimos, debería de ser asumida por hombre honrados, por humanistas que velaran por sus conciudadanos puesto que, regidores, siempre existirán y, como tales, siempre serán bien admitidos. Un país, en definitiva, no deja de ser una “empresa” grande que, como toda empresa, tiene que tener un director de la misma. A estos “directores” les llamamos políticos pero, en definitiva, su misión, derechas o izquierdas al margen, sólo debería ser el buscar el bienestar de la nación y, lagunas al margen, existen muchos países que, gobernados desde la honradez, han logrado que el pueblo viva con decencia, estabilidad y progreso.
Venezuela, como sabemos, está en boca de todo el mundo; pero nadie canta sus logros puesto que, en la tierra de Bolívar, ahora mismo, no existen; más bien, todo lo contrario. Lógicamente, desde nuestra ventana abierta al mundo, vemos el declive venezolano desde nuestra atalaya española y, la pena es infinita. Pensar que, el pueblo venezolano, sometido a los caprichos de un dictador que, según él, está por encima del bien y del mal, en realidad, es como para apiadarnos de aquellos hermanos hispanoamericanos. Húgo Chávez llegó desde sus filas militares a la presidencia de la nación y, de forma rebelde, se erigió caudillo; acción que esperanzaba a los venezolanos puesto que, los paisanos de Bolívar, llevan muchos años sin rumbo. Pero, como diríamos de forma coloquial, para los venezolanos, su gozo, dentro de un pozo. En el mandato de Húgo Chávez, cada mes que pasa, Venezuela retrocede un año y, de tal modo, el futuro de la nación pasa por la más horrible oscuridad. Ahora, de forma reciente, el pueblo le ha dado la espalda a Húgo Chávez, premonición que esperamos sea la puerta de la esperanza para los venezolanos.
Chávez debería saber que, su pueblo, además de la libertad, por peligrosa que pudiera parecer, ante todo, quiere paz y pan. La esclavitud que el dictador proclama, seguramente, hará mella en sus aliados cubanos que llevan muchos años prisioneros y, la libertad, ni la sueñan. Como sabemos, en Cuba, carecen de casi todo; Venezuela es otra historia. Se trata de un país rico que, con recursos naturales están más que sobrados y, los caprichos de un venezolano endiosado, catalogado como por encima del bien y del mal por su propio ego y llamado Húgo Chávez, no pueden prevalecer los caprichos de este señor, antes que la libertad y la justicia del pueblo venezolano.
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