Un país al que poco a poco le fueron despojando de su herramientas republicanas, constitucionales y democráticas no le queda más opción que optar por la manifestación física y pública en las calles hasta le sean restituidos sus derechos.
Quienes hoy ejercen el poder, empezaron por despojar del carácter cívico a nuestras instituciones republicanas, mientras vendían su verdad errada a las familias venezolanas que agotadas de una democracia con errores, nunca imaginaron que acogerían a una élite militar que para la fecha de hoy asesinan y dejan asesinar a sus compatriotas sólo para proteger sus privilegios. Pero no les bastó con esto, aún cuando ya desmantelaron el Estado de Justicia y de Derecho que tanto les costo construir a los demócratas de este país, pretenden entonces borrar de nuestro imaginario colectivo el carácter democrático de la mujer y el hombre venezolano, y así sin mayor complejidad arrebatar de nosotros la identidad Nacional tal como la conocemos.
Hoy, vivimos el caos de un país ultrajado por el hambre, la crisis de la salud pública y la inseguridad, pero lo más degradante y que llena de impotencia a la familia venezolana es sentir y padecer como el Gobierno Nacional y sus responsables directos niegan en todo momento las crisis social que aqueja al país porque la moral revolucionaria no les permite mirar más allá de los portones de Miraflores. Aquí entonces, me detengo a pensar en el país que mis padres vivieron, y entiendo a simple vista que de él queda muy poco, quizás solo la conciencia cívica y democrática que ellos nos han transmitido, y si se nos ocurriera claudicar en nuestros objetivos, entonces ellos, los corruptos y asesinos que hoy gobiernan la Nación tendrían el escenario perfecto para dibujar un país a su medida.
Quienes son prófugos del mundo, hoy no solo intentan contener a un país entero con el ejercicio de la fuerza, también buscan por el arte del engaño imponer un amago constituyentista como herramienta para terminar de anular lo que queda de algunas instituciones de Estado y así terminar de moldear la Nación empobrecida y sumisa en la que ellos y sus privilegios puedan sobrevivir.
Para el país que le secuestraron su futuro, que le han mutilado su esperanza y que le han arrebatado sus oportunidades, no puede haber otro opción que asumir la lección histórica y convertirnos en el combustible de la democracia, de la acción cívica y la razón de la justicia sin dejar que el revanchismo y el radicalismo nuble nuestra visión democrática del país en el que convivimos todos y todos podemos sacar adelante.
Es momento de UNIDAD, de reconocer la política y no la anarquía ¡La lucha la hacemos todos, el país que queremos lo dibujamos todos!
Abilio Gómez - AD Mérida
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