20/05/2016 - 6:48 pm
En diversas ocasiones he manifestado que este gobierno ha batido récords mundiales en diversas áreas del absurdo.
Veamos: el despilfarro de más de 1 millón de millones de dólares recibidos en estos 17 años que supera, con creces, unos 20 planes Marshall con los que se reconstruyó toda Europa después de la Segunda Guerra Mundial y, mientras tanto, el país desabastecido de comida y medicinas; la ineficacia en la prestación de elementales servicios públicos como la electricidad, por ejemplo, donde pasaron más de 10 años sin invertir un solo bolívar en el mantenimiento de redes y ni se diga en lo que tiene que ver con generación de energía, aunque a partir de 2010 hasta hoy se engulleron más de 50.000 millones de dólares y estamos racionando la electricidad; la escasez de agua potable en comunidades como Ciudad Guayana, población atravesada por los ríos Orinoco y Caroní, mientras sus habitantes no tienen el preciado líquido en sus casas.Y muchos otros récords, de variados entuertos, que pueden seguir señalándose en tantas páginas como tiene la guía telefónica.
Pero el último récord que ahora exhibe el régimen decadente de Maduro es ese absurdo como desesperado decreto de excepción, al considerar que: “La oposición política venezolana reiteradamente, a través de múltiples mecanismos, ha pretendido menoscabar la voluntad popular, asediar a todos los poderes públicos y someter a zozobra a los venezolanos”. Esta consideración prevista en la motivación del decreto pretende deslegitimar a toda la oposición venezolana y logra, exactamente, el efecto contrario: darse un autogolpe al ponerse el mismísimo gobierno al margen del ordenamiento jurídico venezolano.
El eminente jurista venezolano, de las nuevas promociones José Ignacio Hernández lo deja clarísimo cuando afirma: “Todo esto significa que la ‘situación política extraordinaria’ que justifica el decreto es la actuación de la Asamblea Nacional y la oposición venezolana. Con lo cual, las medidas que el presidente de la república podrá dictar en el marco del decreto irán en contra de la Asamblea y de la oposición. Tan sólo esto bastaría para señalar la inconstitucionalidad del decreto, que incurre así en desviación del poder. El presidente, para contrarrestar a quienes se oponen a su gobierno, hace uso de la figura del estado de excepción, que solamente procede ante situaciones anormales como calamidades públicas o conflictos internos.
Y la oposición a un gobierno no es una calamidad pública.
Por el contrario, es una natural manifestación de la democracia. En especial si se considera que la Asamblea Nacional, de acuerdo con la Constitución, debe controlar y limitar al gobierno para defender la democracia y el Estado de Derecho”. Nuevo récord mundial acaba de establecer Nicolás Maduro: dictar un decreto para pretender anular las actividades de la oposición democrática venezolana y con ello simplemente se da un autogolpe, porque aunque él no lo crea, ni perciba, su gobierno así como las actividades de la alternativa democrática están siendo observadas, permanentemente, por todo el mundo civilizado y, obviamente, por los organismos internacionales de justicia. Los mismos que Maduro y su combo saben que los van a juzgar por la comisión de tantos delitos continuados. He allí el temor a soltar el poder, por eso el desespero que lo lleva a cometer tantos disparates que se convierten en récords mundiales de la estupidez humana.
Ah, y finalmente, convencidos como estamos de que no podemos hacernos la ilusión de la rectificación de este gobierno, lo que apaciguaría la contundencia de las protestas, sólo nos queda, en conclusión, de parte de todos los integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática manifestarle, públicamente, al inquilino de Miraflores como respuesta a sus agresiones contra toda la oposición:
¡Gracias presidente Maduro… por haber solidificado nuestra unidad… gracias a usted, por el favor recibido… con su nuevo récord!.
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