Observando la diatriba actual en donde el Gobierno de David Granger, alegando no tener políticas de inmigración hacia extranjeros que busquen ingresar a su Nación de forma obligada por razones humanitarias, se aprovecha para intensificar su nada oculto odio al venezolano, deteniendo a cualquiera que cruce el límite de facto y no pague “el peaje” que les impone la policía o soldados corruptos del vecino País.
Son posteriormente trasladados 300 kms al noreste a la Capital de Guyana, Georgetown, en donde son ilegalmente juzgados, sin la presencia consular, sin respetar la Convención de Viena, sin un intérprete que ayude con el idioma y obligados a pagar una fianza que oscila en $145 y si no poseen el dinero (lo cual es en la mayoría de los casos) deben pagar pena de cárcel de dos a ocho semanas junto a criminales de alta peligrosidad.
Caso contrario ocurre a los guyaneses que han ingresado a Venezuela desde los años 60s, hoy día una colonia de +80.000 guyaneses habitan en nuestro País, principalmente en los Estados Delta Amacuro, Bolívar y Anzoátegui. Casi en su totalidad llegaron sin ni siquiera una Partida de nacimiento y hoy día viven tranquilamente sin el miedo que les llegue un Funcionario del Saime o un Guardia Nacional a querer deportarlos por andar ilegales. Una gran tranca es la de poder diferenciar a los esequibanos de los guyaneses, quienes por supuesto son venezolanos de nacimiento y deberían recibir todo el apoyo y respeto por parte del resto de los venezolanos.
Recordemos un poco,
Los pueblos indígenas del Esequibo constituyen poco menos de una décima parte de la población. Se agrupan en grupos costeros e interiores. Los grupos costeros incluyen el Warao (Warrau), el Arawak y el Caribe. Los pueblos del interior incluyen la Wapisiana (Wapishana), la Arekuna, la Macusí (Macushí) y muchas más en las áreas forestales. El Macusí y el Wapisiana son los más destacados en la región de la Sabana de Rupununi. Grandes concentraciones de indígenas habitan el extremo oeste a lo largo del límite de facto con el Delta y Bolívar, además de la frontera con Brasil. Raramente se los ve en las áreas costeras pobladas, aunque algunos se han mezclado con el afro-guyanés y los asiáticos del sur.
Desde 1970, las tierras tradicionales de los indígenas cerca del límite de facto han quedado bajo el control del gobierno, aunque continúan ocupando las tierras de las aldeas de manera informal en todo el interior del Esequibo. Las principales concesiones a las empresas madereras y mineras a partir de finales del siglo XX han dañado las tierras y contaminado los ríos de muchos grupos indígenas, forzando a algunos a abandonar y buscar trabajo en el resto de Venezuela y Brasil.
Los grupos de residentes en el límite de facto tradicionalmente han ignorado dicha división internacional impuesta y durante generaciones se han movido libremente de un lado a otro. Con el actual estado deficiente de la economía que se vivía y aún persiste en Guyana, Venezuela y Brasil se han vuelto cada vez más atractivos para la población indígena debido al mayor acceso transfronterizo y la asequibilidad de las instalaciones educativas y de salud, así como de los servicios de comunicación y electricidad.
Venezuela, en diferentes momentos, ha facilitado a los indígenas esequibanos la obtención de pasaportes venezolanos, lo que permite un camino libre y fácil hacia la ciudadanía venezolana.
A la luz de los reclamos fronterizos no resueltos de Venezuela y Surinam, algunos funcionarios guyaneses consideran que este desarrollo es una posible amenaza para la seguridad de la integridad territorial de Guyana.
Tal fue el Caso de la rebelión del Rupununi….
En el curso de esta rebelión, los rancheros declararon que el distrito de Rupununi se había separado de Guyana y que considerarían unirse a Venezuela o independizarse. Valerie Hart, una candidata de la UF de 27 años de edad en las elecciones de diciembre de 1968 en Guyana, y la esposa de uno de los rancheros rebeldes, poco después se declaró a sí misma como presidenta de la “República”. Sin embargo, ella y los líderes del anillo, el 2 de enero 1969, huyeron al estado Bolívar y Brasil después de que la rebelión fue vilmente aplastada por la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF).
La mayoría de los rebeldes que lograron escapar recibieron refugio del gobierno venezolano que los reubicó en dos pueblos, San Martín de Turumban y San Francisco de Yuruani.
El ministro de Relaciones Interiores, Reinaldo Leandro Mora, anunció el otorgamiento de documentación venezolana a los refugiados de la región de Rupununi que huyeron del Esequibo tras el levantamiento abortado. Dijo que Venezuela consideraba a los refugiados como conciudadanos ya que habitaban parte del territorio reclamado por su país. Afirmó además que, como miembro de las Naciones Unidas, Venezuela tenía derecho a hacerlo, y agregó que los “refugiados” provenían de “una zona que se considera venezolana y está siendo perseguida”.
Explicó que los refugiados que buscaron asilo político en Venezuela recibirían trabajos o tierras de acuerdo con su profesión. En Santa Elena, un pueblo fronterizo cerca de las fronteras de Brasil, a más de cien refugiados se les concedió asilo.
Venezuela no ha dejado de ser un país de “puerta abiertas”, aún suframos una de las peores Crisis en la historia contemporánea. Los guyaneses en Venezuela no son vejados ni sufren de xenofobia por su nacionalidad ni ningún tipo de racismo por su color de piel.
Lastimosamente Guyana hoy día olvida eso y sigue soñando con un boom petrolero que los convertiría en una nueva Kuwait…. un boom con petróleo venezolano que yace en el subsuelo de las aguas de nuestro Esequibo. Mientras tanto continúan las detenciones al cruzar el río Cuyuni, continúa el desprecio al dueño de esas tierras esequibanas.
Jorge Luis Fuguett
Coordinador General ONG “Mi Mapa”
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