domingo, 17 de julio de 2016

Rafael Martínez Nestares: El averno




En esta oscura noche criolla pareciera que hasta la natura, antaño hermanada a nuestra hermosura patria, ahora simplemente nos da la espalda, como desdeñosa ante nosotros. Si fuera así, cabría preguntarnos: ¿Qué hicimos al cielo para que no lloviera? Ya ni su copioso llanto derrama sobre nuestra patria. ¿Qué afectamos a nuestros grandes ríos y lagunas para que se secaran y nos negaran su vital líquido? Ya ni sus corrientes vierten su frescor sobre el suelo que se abre con su impetuosa fuerza. ¿Qué hicimos a esta tierra, antaño fecunda en maíz, arroz, cacao y toda clase de alimentos? Pareciera un suelo estéril incapaz de nutrir a sus hijos que ahora adosan su paternidad a figuras humanas que les enfrentan en una recia lucha rural y urbana. ¿Qué hicimos a la luz del hombre, antes de candil y aceite, ahora de tecnología humana, para que no tuviéramos ni la luz de los cocuyos que se esconden de nosotros? ¿Por qué la antaño seguridad y paz ciudadana ahora se nutre de férreo lazo militar incapaz de darnos seguridad y hoy plena de pretensiones de repartidores de arroz y harina de maíz? Esto es muestra de un cambio en el orden de las cosas de la patria.

Si fueron ayer incapaces de preservar los límites y reclamaciones nacionales. Hoy cívico-militarmente: ¿cómo distribuirán “vituallas” entre la gente hambrienta de nuestros barrios?

No estamos al fin de una era, estamos al comienzo. El desorden, el relajo, la corrupción y el desenfado público son las líneas maestras de un modelo de sociedad que no se irá en mucho tiempo. Costará al menos un par de generaciones poder reconstruir la destrucción sobre la que el régimen actual ha puesto “a funcionar sus motores”.

Una sociedad que recibe sin inmutarse el ultraje de menores de edad, bachilleres en Mérida, estudiantes del seminario San Buenaventura está a la entrada del averno. Mismo que viven a diario miles de mujeres y hombres que padecen del hampa común y organizada, para quienes sus vidas no valen nada, se las arrebatan de un disparo por una discusión o por quitarles cualquier cosa que lleven encima.

Una tierra que entrega sus reservas minerales a manos extranjeras sin reclamo alguno del colectivo nacional, volviendo atrás a todo lo que el país había adelantado en reversión de concesiones. ¿Estamos metidos en dónde? ¿Dónde se encuentra la nación rica de antaño, sino hurgando en la basura para hallar algo con que mantenernos..? Hasta aquí nos trajo el régimen que se ufanaba de bolivariano, de nuevo, de pueblo… ahora también cierra el camino a la democracia obstruyendo la convocatoria al referendo, que sin duda perderá el gobierno.

Militares, militares, militares… no resolverán los hombres de armas lo que debe de lograrse con eficiencia y amor por la patria. La eficiencia es materia pendiente en la administración pública venezolana; y, del amor patrio, pasemos la página. Allá atrás quedaron los esfuerzos por disminuir el aparato del Estado para que con menos y mejor calificados funcionarios obtuviéramos un gobierno para el ciudadano. El populismo destruyó la posibilidad de lograr con éxito lo que Venezuela debió haber sido, y lo que con mucho esfuerzo y sacrificio podrá ser… ¡saldremos del averno

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