lunes, 3 de octubre de 2016

Los gamines del chavismo

Una deplorable generación de “Garbage Kids” que esculca con avidez entre los tachos y vertederos de basura de las ciudades en busca de algún residuo o sobra de comida refleja con espanto hasta donde la revolución pudo llevar a lo que la Sociología urbana en tiempos normales denominó “la generación de relevo”. Niños que apenas se asoman a sus tiernos 11 o 12 añitos y ya tienen sus manitas curtidas de mugre de tanto hurgar entre bolsas de basura todos los días de su maladada vida en busca de algún bocado que postergue la hora de su fenecimiento por inanición.

Legiones de “niños de la basura” cuyos rostros cuarteados prematuramente por la agraz vida de perros realengos que se ven obligados a llevar bajo el amparo de grupos de cuatro o cinco miembros para protegerse de la violencia mortal que impera en la jungla de concreto y en los parajes de hormigón que son las grandes metrópolis y centros urbanos de la Venezuela “socialista”, “revolucionaria” y “bolivariana”. Esas costras purulentas que deambulan por calles y avenidas del país, desprotegidos, abandonados por la mano de Dios, vapuleados por los embates de la mala vida, son parte de la macabra cosecha de la “siembra petrolera” de la utopía chavista. Se trata de los semilleros de la patria desvencijada y saqueada por el socialimperialismo chino y ruso y expoliada por las hordas bárbaras del castrismo-madurismo.

Es vox populi que en la Venezuela bolivariana la miseria y pobreza extrema mutó a un indescriptible estado de atrocidad que escapa a la taxonomía descriptiva de la economía política y la antropología urbana. En la actual fase de la revolución “madurista” la delincuencia infanto-juvenil ya cuenta con un poderoso ejército industrial de reserva capaz de suministrarle mano de obra hamponil a las viejas y veteranas bandas delictivas que ya requieren un natural proceso de reemplazo y sustitución etaria de sus miembros. El trágico cuadro de la adolescencia en transición hacia la juventud exhibe a legiones de niños que a precoz edad ya muestran un prontuario que en otros tiempos estaba reservado a curtidos delincuentes cuya data en el oscuro y abigarrado mundo del delito lo colocaba entre los más solicitados por los cuerpos de seguridad o los enemigos públicos número uno. Niños que ostentan por remoquete: “el lucifer”, “el yeison”, “el diablo”, “el duende” y otros nombres así por el estilo, mefistofélicos que los envuelven en un luciferino halo de temeridad entre sus huestes y semejantes. Ya a los 16 o 17 años son verdaderos “maestros” de la trasgresión, temibles monstruos del sicariato y ejecutores del secuestro y del atraco a mano armada y a sangre fría. Son el molde perfecto y exacto del hombre nuevo bajo el socialismo. Es el paradigma del “revolucionario” antisocial y resentido que ha jurado cobrar venganza de la sociedad que lo ha excluido de su perversa lógica inhumana e injusta -según la propaganda ideológica del sistema nacional de medios públicos- y el sistemático lavado de cerebro goebbeliano de la hegemonía comunicacional gramsciana de la revolución socialista. Tal pareciera que el lema de la sociedad “revolucionaria” fuera: “toda la cárcel una escuela”.


Rafael Rattia – El Nacional Web
25 de agosto 2016 - 12:01 am

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